Como el vino, a medida que pasa el tiempo Osvaldo Laport (60) se macera. No solo sumando una nueva pieza teatral a su carrera de Sálvese quien pueda (teatro Del Sol) si no con su evolución personal. El esposo de Viviana Sáez y papá de Jazmín, adolescente que promete en el mundo del modelaje, hace un balance de su vida y del trabajo humanitario por los refugiados mundiales junto a Acnur (La Agencia de la ONU para refugiados. “Criticaba mucho a mi viejo porque había ido hasta tercer año en la escuela rural, en el campo, y era un tipo muy sabio. Le decía que se deje de hinchar, y estoy igual que él. Lo importante es poder salir de ahí y divertirme, no dramatizarlo”.
l ¿Tenés pautado una nueva misión con Acnur?
-Todavía no está elegido el lugar pero si el padecimiento, y está relacionado con la patridía (flagelo con los niños que están naciendo sin nacionalidad). Es tremendo porque no tienen derecho a nada. Con lo que está sucediendo ahora es Siria hay toda una generación que no solamente afecta al país, sino también a la zona, al mundo. Estamos hablando de más de cinco millones de niños. Y eso va a influenciar en el crecimiento del mundo. Todavía no se sabe específicamente el destino justamente porque hay otros lugares en que está sucediendo exactamente lo mismo, y sería para mitad de año. Cada vez que tengo un viaje y aparece un compromiso laboral, lo arreglo pensando en esa fecha.
l La familia debe estar al tanto de que se viene otra experiencia. ¿Cómo la toman?
- Los otros días Viviana, me decía que estaba orgullosa de mi, que no abandone nunca esta causa. Ella está tan comprometida como yo. Y Jazmín, mi hija, igual. Ellas no viajaron conmigo porque no las dejo, no se puede. Son lugares difíciles pero ven todo, están al tanto de todo. Mi esposa está tan sensibilizada que acompaña desde el dolor. Mi idea es hacer estos viajes, acompañar estas causas hasta que lo resuelva Acnur. Descubrí un twitter de un refugiado cubano en Ecuador que decía que yo era un orgullo para Latinoamérica. Firmo contrato todos los años, estoy contratado por ellos. Por lo pronto, cada vez que me preguntan si renovamos el contrato, les respondo que sí, que claro. Me llega material, las noticias y se me estalla la cara.
l ¿Del llanto?
- Se me estalla el alma, lloro aunque esté acostumbrado a verlo y a vivirlo. En redes sociales pongo textos que, a veces, sé que lastimo a la misma organización. Tal vez, me enojo porque son tan protocolares y hay tanta cosa para gestionar, resolver y es tan cruda la realidad. Lo que están viviendo los refugiados sirios en este momento en Europa con el frío, en carpas, es inexplicable. Lograron salvarse del océano, del mediterráneo pero ahora se están muriendo ahí, y nadie hace nada.
l Una cosa es recibir las noticias acá con la contención familiar. Y otra es en los lugares que visitás, donde estás solo. ¿Quién te contiene?
- ¡Nadie! Tampoco puedo llorar públicamente. Lo hago cuando estoy en el hotel. Pero delante de las víctimas no puedo, no debo. De uno esperan ver qué les puedo solucionar.
l ¿Cómo dar esperanza a los que viven situaciones límites?
- Obviamente que no soy Dios en la tierra. Uno no lleva espejitos como Colón. Tengo anécdotas y episodios vividos que son muy fuertes pero que después ellos terminan agradeciéndote porque les soy tan cruel como ellos para conmigo. Mi compromiso es escucharlos, ver que les está pasando para contar, nada más que eso. Sé que me encantaría volver a cada lugar en donde estuve.
l ¿Para saber si se hizo algo?
-Exactamente
l ¿Y verás todo lo que se hizo?
- No, me voy a encontrar con que está todo igual. Y eso es lo más doloroso. Estuve en Congo, la frontera selvática de Ecuador y Colombia con el tema de los grupos armados, Líbano, Siria y Centroamérica en los tres países más inseguros del mundo, Guatemala, Honduras y El Salvador, y esos son los lugares a los que me interesaría regresar.
Tal conciencia incide también en su profesión y no lo disimula. “En un momento, arriba del escenario, está Fede (Bal), Sebas (Almada) y Flor (De la Ve), uno le dice al otro que es gay, que se acostó con fulano y con megano, personajes públicos. Y, de pronto, Fede dice que no, ¡que asco! Eso me hacía ruido porque se puede lastimar a alguien de la comunidad gay o si se habla, por decir algo, de los judíos”, asume Osvaldo y agrega: “Estamos muy sensibles a todo lo que esté relacionado con el otro, defiendo mucho todo eso, que está relacionado con mi laburo en los viajes. He visto tanta cosa que, a veces, me encuentro en las redes sociales subiendo y tuiteando dramas porque mi compromiso es concientizar en el mundo estas realidades, para que todos seamos parte de lo que está sucediendo. Y eso me puede haber alejado un poco del chichoneo”,acepta.
Lejos de amedrentarlo, Tal cambio lo fortalece. “No lo siento como una pérdida artística si no como un valor agregado mío. Estoy más de observador que de protagonista en el juego. Ojalá sigan apareciendo los personajes de galán. Sigo pensado en que puede sonar el teléfono para hacer uno de los roles atípicos que hice porque es mi vida. ¡Claro que me gustaría que eso suceda! Y en términos personales, mis sesenta me caen muy bien porque no son los sesenta de mi viejo. ¿Vos cómo me ves? Ya no existe la tercera edad, hay una cuarta. Disfruto de esta etapa, de la posibilidad de no dejarme apabullar.
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