Víctor Díaz señaló: “Ahora que estoy acá, parece que estoy soñando”. Lejos de la tristeza, en el estudio conducido por Lizy Tagliani y Diego Leuco se mostró feliz: “Siempre los veía. Siempre me sentaba y los miraba”,
Víctor Díaz, el peón rural que se volvió viral tras ser despedido por grabar videos de TikTok, fue uno de los protagonistas más emotivos de La Peña de Morfi. El trabajador oriundo de San Vicente estuvo este domingo en el programa de Telefe y no ocultó su sorpresa y emoción: “Ahora que estoy acá, parece que estoy soñando”, dijo conmovido.
La historia de Víctor había tocado el corazón de miles cuando se difundió un video en el que lloraba por dejar el campo en el que trabajó durante once años, acompañado por sus fieles perros, que no entendían por qué él se iba para no volver.
Lejos de la tristeza, en el estudio conducido por Lizy Tagliani y Diego Leuco se mostró feliz: “Siempre los veía. Siempre me sentaba y los miraba”, confesó. También hubo espacio para el humor: cuando Lizy lo cuestionó entre risas por sus llamativas alpargatas, respondió con simpatía: “Tengo de todos colores. También uso unas rosas”.
Consultado por los perritos que lo acompañaban en el trabajo, Víctor lamentó no tener aún un lugar para llevarlos: “Están en el campo. No sé todavía qué va a pasar”.
Todo comenzó con un video. Víctor Díaz, fue grabado mientras se despedía entre lágrimas del campo en el que había trabajado durante once años. Lo que más conmovió no fue solo su tristeza, sino la escena que protagonizaba: los perros del campo, sus compañeros de todos los días, no entendían por qué se iba sin ellos.
En ese video, que se viralizó rápidamente en TikTok, se lo ve acariciando a uno de los perros que lo seguía sin comprender qué pasaba. “Él piensa que vamos a trabajar mañana, pero no sabe que me fui”, se lo escucha decir, con la voz quebrada.
Víctor había sido despedido tras grabar videos en la estancia donde cumplía tareas rurales. En las redes sociales, compartía con frecuencia imágenes y clips de su vida diaria en el campo, mostrando herramientas, paisajes y, sobre todo, el vínculo con sus perros, que se volvieron parte de su historia.
La repercusión fue inmediata. Miles de personas compartieron su historia, lo defendieron, lo abrazaron simbólicamente y transformaron su dolor en una causa colectiva. Las redes no solo amplificaron su testimonio: también lo impulsaron a los medios de comunicación.
La escena de su despedida del campo no fue solo la de un trabajador sin empleo: fue la de un hombre arrancado de su vida cotidiana, de sus vínculos más sinceros, como el que tenía con sus perros, verdaderos compañeros de trabajo y de afecto.
Además del reconocimiento mediático, también recibió apoyo de organizaciones proteccionistas, particulares que ofrecieron ayuda para los animales, y otras personas interesadas en tenderle una mano laboralmente.