Viviana Saccone, que se encuentra protagonizando la obra de teatro Mujeres Ricas, habla de sus miedos, angustias y ansiedades y de las actitudes que toma cuando se enfrenta a circunstancias que le provocan temor.
¿Cuál es su definición más ajustada de lo que es el miedo?
-Es uno de los peores enemigos que tenemos los seres humanos.
Usualmente, ¿cuál es su conducta ante una situación que le provoca temor?
-En general, actúo. Normalmente, el miedo no me paraliza.
De pequeña, ¿a qué le tenía miedo?
-Nunca fui particularmente miedosa. En verdad, el miedo no fue una de mis características en la niñez.
¿Atravesó los miedos típicos que pueblan la infancia?
-Lo que recuerdo de esa época era cierto temor a la oscuridad. Me acuerdo que si tenía que caminar una cuadra cuando bajaba el sol y se hacía de noche, en el pueblo donde vivía, iba corriendo porque sentía que me perseguían, pero siempre fui de atravesar el miedo.
¿Recuerda esos momentos como una situación traumática?
-Para nada. Lo recuerdo como algo normal, no como un hecho que me marcó. Ahora que lo pienso, uno de los miedos que tenía de chica, tampoco representó un trauma, era que se me apareciera Jesús o la Virgen. Yo escuchaba cuentos de gente que les había pasado esas cosas y me daba miedo
¿Era un miedo místico?
-No. Yo pensaba: "¡Por favor, que no se me aparezcan. No quiero ver ni a Jesús ni a la Virgen, ni a nadie!"
¿A qué edad se le presentaba este temor?
-Siendo muy chica. A eso de los 10 años.
¿Esas aparición simbolizaban la muerte para usted?
-No, no. Para mí era un muerto que se me aparecía, como un fantasma. En el pueblo donde vivía este tipo de historias son comunes, pero yo no quería protagonizarla.
¿Hasta cuándo la persiguió ese temor?
-Más o menos hasta los 12 años. A la distancia, puedo decir que se me pasó rapidísimo.
¿Alguna vez se privó de hacer algo por temor?
-Jamás. Nunca me detuvo el temor a algo.
Cuando siente miedo, ¿lo manifiesta?
-Sí.
¿A quiénes?-A mis amigos, a mis seres queridos, a gente a la que quiero y que me merecen confianza. Tampoco lo doy demasiada trascendencia a las cosas. Por ahí digo: "Che tengo miedo de tal cosa", lo hablo y punto. Considero que es una buena manera de sacarse dice encima al miedo. Creo que cuando el miedo queda dentro de uno, cobra una dimensión que deja de ser la real y se convierte en algo mucho más grande, lo cual me parece una estupidez.
En su caso, ¿contarlo la libera?
-Y, me ayuda contarlo. No siempre contarlo te libera. A veces, por más que lo expreses, seguís teniendo el mismo miedo. El tema es que cuando lo pones afuera, se le da la real dimensión, porque te das cuenta hasta qué punto es un miedo vacío, sin fundamento o si la situación realmente es para temer y se puede actuar en consecuencia.
¿Su idea es visualizarlo?
-Sí, porque para poder verlo adecuadamente hay que toma distancia, observarlo en perspectiva.
Cuando alguien le cuenta que tiene miedo, ¿qué hace?
-Depende cuál sea el temor que siente. Si la persona confía en mí y me cuenta a qué le teme, lo escucho, lo hablo con ella y después se verá qué se hace con eso.
¿Es partidaria de hacerse amiga de los miedos porque son parte nuestra o de combatirlos?
-Soy partidaria de no darles cabida a los miedos a menos que tengan un fundamento y eso me sirva cómo actuar y tomar las precauciones del caso.
El entrenamiento artístico, ¿la ayuda en estas cuestiones?