El estatuto que se debe aprobar será una de las grandes batallas que dividirá dirigentes. Será inevitable para llamar a elecciones y la oportunidad de lograr el consenso para evitar las luchas intestinas

El estatuto que se debe aprobar será una de las grandes batallas que dividirá dirigentes. Será inevitable para llamar a elecciones y la oportunidad de lograr el consenso para evitar las luchas intestinas que paralizaron a la entidad el año que pasó.

Explicar la coyuntura de la AFA a partir de la muerte de Julio Grondona, como si su desaparición fuese una maldición para la institución o su duelo un proceso que les nubla las facultades a los deudos que administran su herencia, es apenas vago. Sin embargo hay algo en su desaparición física que explica el presente: mientras vivió, moldeó una estructura que no admite a otro que no sea él. El anillo, sólo calza en su anular.

"Siento que mi papá puso el voto desde arriba para que salga 38 -38 y darnos una lección", fue el apurado diagnóstico de Julio -Julito- Grondona el 3 de diciembre de 2015 cuando por primera vez en 34 años se celebraban elecciones sin que el candidato fuera su padre. Ese papelón no es del patriarca, sino de toda su descendencia que intenta una AFA a imagen y semejanza utilizando herramientas que no son capaces de empuñar. Ninguno, desde el 30 de julio de 2014 imaginó una AFA distinta, todos intentan recrear Disneylandia sin Walt Disney.

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Tal vez 2017 sea el año que se desprenda de Don Julio. Será el tiempo de elecciones para sacarse de encima un comité normalizador impuesto por FIFA -consecuencia de acciones políticas internas- que aunó demonios en común. Los cuatro normalizadores tendrán un porvenir dispar luego de que termine su lapso al frente de la AFA: Armando Pérez la tendrá difícil cuando vuelva a ser par del resto, y es una incógnita incluso su regreso como presidente de los regularizadores. Javier Medín, no tiene interés en continuar en un rol similar; Carolina Cristinziano será un enemigo cuando se piense en Conmebol y Pablo Toviggno el único que tendrá un rol protagónico.

Para el caudillo del interior, nombrado por Primo Corvaro y luego raleado por el resto de los normalizadores, esta etapa le dio visibilidad. Tanto para el público en general, como para los dirigentes que pueblan la AFA. Es el principal aliado de Claudio Tapia, quien lo nombró vicepresidente en Barracas Central con un único propósito: que pueda ser parte del comité ejecutivo que él cree que presidirá por ganar las futuras elecciones.

El bloque del Ascenso/Interior será, mientras confluyan sus intereses, un bastión de mayor peso que el que pueden arrastrar los cinco grandes y todos los clubes de clase media de Primera, que se sienten más cerca del poder, que de lo minúsculos que en realidad son. Si por una cuestión de acuerdo político Chiqui Tapia no se sienta en el sillón presidencial -el próximo presidente lo eligen ellos: con un candidato propio o dándole los votos al acordado-, su bloque tendrá la decisión final, por una cuestión de representación, en la toma de decisiones que requieren voto en la asamblea, además de gente propia en el día a día.

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Las decisiones grandes -la pantalla, la renegociación de contratos y la revitalización de una asociación que quedó anclada en los 80-, estarán supeditadas al nuevo presidente. No hay acuerdo político para hacerlo antes. Con el Gobierno en contra de los candidatos visibles (Marcelo Tinelli y Tapia) y por ser dueño de los derechos audiovisuales de los que reniega, aún tiene incidencia en las decisiones. Es un elemento que mueve el tablero: fue el responsable de que la Inspección General de Justicia no permitiera un proceso electoral que tenía cinco candidatos: los mencionados, el hoy normalizador Pérez, Hugo Moyano y Nicolás Russo. La carta que tiene para jugar mientras intente ser parte de la AFA es la Superliga.

El años que se avecinan tendrá inevitablemente nuevos actores cotidianos que, quienes lo entiendan de antemano, harán política con nuevas herramientas. Con la inclusión de Fútbol Playa, Femenino, Futsal y otros "actores de interés" como árbitros, futbolistas y técnicos retirados, habrá alianzas para sumar poder. Eso, no figura en el manual que nunca escribió Grondona. Así como en nombre del peronismo, el neoliberalismo y el progresismo confluyeron en su arco, la vida de AFA será con un grondonismo ecléctico y un antigrondonismo que está por verse.

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