Ninguno de los dos sabía nada en ese momento. Un ratito antes, Diego le dio un pase vivaz a Claudio Caniggia para que meta el 2-1 con el que la Selección le ganó a Nigeria. Afuera de la cancha, Sergio Vázquez gritó desaforado el gol de Cani mientras se cuidaba la rodilla que lo tenía renegando desde hacía unos días. El equipo, que para muchos era una máquina, había demostrado personalidad. Ahora, los dos compañeros de equipo tenían que pasar la formalidad del control antidoping. Estaban los dos tranquilos. Ninguno sabía, además, que ese encuentro en el Foxboro Stadium de Boston iba a ser el último partido de Diego vistiendo la celeste y blanca.
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“Nos fueron a buscar dos mujeres rubias. Una a él y otra a mi”, recuerda Vázquez en charla con este medio. Las imágenes dan fe del relato. La más recordada es la chica alta vestida de blanco y de pelo largo que se metió en la cancha para ir a buscar a Diego. La enfermera, que en realidad no era enfermera -como reveló Andrés Burgo en una nota en El Gráfico- sino tan sólo una asistente del control antidoping, le tomó la mano al Diez y lo acompañó hasta la salida. Esa mujer, que primero fue identificada como Ingrid María, en realidad se llamaba Sue Carpenter y, en ese momento, tenía 33 años. En los últimos años, varias publicaciones dijeron que esa chica, ahora, era la titular de una clínica de fertilización asistida en Atlanta. Sin embargo, esa señora refinada con pelo castaño, corto y cachetes rozagantes que aparece en Google no es la misma persona. POPULAR lo confirmó con tan sólo un contacto con el centro asistencial Atlanta Center for Reproductive Medicine. "That is not Dr. Carpenter", fue la respuesta al pasar la foto más conocida de ese día.
De la mujer que acompañó a Sergio Vázquez nunca hubo datos. Pero allí fueron los cuatro hasta ese control que se convertiría en el infierno de Diego Maradona. "Nadie sospechaba. Lamentablemente después pasó lo que pasó", recuerda Vázquez. Si bien el control se realizó ese sábado 25 de junio de 1994, el calvario empezó después. Incluso para el defensor.
En un primer momento su nombre estaba involucrado. El doping por efedrina podría saltarle a él. "Yo estaba con todo el proceso de recuperación de la rodilla. Por ahí había tomado algún componente que no estaba permitido", cuenta, ahora, el ex defensor.
-¿Cuánto tiempo tuviste incertidumbre?
Fueron diez minutos en los que me puse a pensar. Yo lo único que tenía en la cabeza era la preocupación por mi familia. Por mi señora y mis hijos. Mi viejo, además, que estaba enfermo de cáncer. Después por nadie más. Por suerte enseguida me dijeron que me quede tranquilo. Que no pasó nada.
-Pero más allá de eso, tu nombre salió publicado uno o dos días después…
En diez minutos me lo sacaron de la cabeza. Y se supo lo que había pasado. Lo que tenía para decir el resto no me interesaba. Yo estaba seguro y a mi lo único que me importaba era mi familia.
La noticia cayó como una bomba. En principio, las historias detrás del hecho empezaron a circular y algunas se convirtieron en mitos. Vázquez cruza todos esos comentarios y sostiene: "Fue una falla del hombre que le suministraba los elementos a Diego. Más de eso no pasó. Diego estaba de diez, estaba bárbaro".
En ese sentido, el libro "El último Maradona", escrito por Alejandro Wall y Andrés Burgo, retoma esa situación y echa luz sobre el tema. El fisicoculturista Daniel Cerrini, con quien Diego se sometió a un plan para bajar de peso, le había entregóadoun suplemento dietario. El "Ripped Fuel" fue el producto en cuestión. Ese suplemento contenía efedrina, una de las sustancias que estaba prohibida por la FIFA.
Los informes fueron concluyentes. La sustancia estaba en su sangre más allá del dolor. Ese día, el 25 de junio de 1994, fue el último en el que Diego salió a la cancha con la celeste y blanca. Ese día en el que Maradona jugó un partidazo comenzaba el trajín que lo despidió de los Mundiales. Fue el último partido del diez.
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