Era la última escala para subirse al tren del sueño de pelear por el título. La perdió. Atlético Tucumán, y en especial su entrenador Ricardo Zielinski, un especialista en complicar a Independiente, se llevó de Avellaneda una victoria que le permite acercarse a la zona de clasificación a la Sudamericana, pero dejó al Rojo al borde del knock out en su pelea por abrazarse a los objetivos de la Superliga. Tanto así, que ni bien Acosta anotó el segundo gol cuando se moría el partido, los hinchas empezaron a cantar por “ganar la Libertadores”, en una clara decisión conjunta de dar vuelta la página en la competencia de cabotaje.
Por cómo se dio el partido, uno está tentado de decir que así lo planificó Atlético. Intercambiando golpes en un primer tiempo con ida y vuelta sostenido y en el que los dos pudieron lastimar, y aprovechando el efecto demoledor que tuvo el primer gol de Acosta, en el tramo inicial del complemento y que sirvió para resetear el disco de un equipo que, desde allí, abrumado por la urgencia, perdió todo tipo de orientación, ideas y argumentos como para generar algo de peligro.
Fue muy pálido todo lo que hizo Independiente en ese segundo tiempo, en el que el equipo tucumano lo superó territorialmente en todos los sectores del campo. Ya sin Meza y con un esquema resentido por actuaciones muy bajas del circuito ofensivo integrado por Silvio Romero, Verón y Gigliotti, más el ingreso de Gaibor para cumplir una función que nunca se interpretó, lo alejó de su habitual funcionamiento con protagonismo y presencia en las inmediaciones del arco rival.
Atlético jugó como quiso. Lastimó con una aparición muy libre de Acosta sobre el segundo palo tras un centro del Pulga Rodríguez y liquidó con una réplica bien resuelta por el mismo Acosta, cuando los tucumanos jugaban con diez por la expulsión de Aliendro. Claro, a esa altura, la visita había generado situaciones como para asegurar antes el triunfo: un mano a mano de Rodríguez que tiró afuera y un zapatazo de Toledo en el travesaño, fueron las dos más claras de un puñado de aproximaciones que incluyó tres atajadas de Campaña.
Independiente sólo había mostrado los dientes en la primera parte, cuando Batalla tuvo que intervenir en un par de oportunidades, tapando dos remates francos a Meza y a Verón. Fue durante los mejores minutos del Rojo que, con mucho ritmo acorraló al equipo tucumano con varias situaciones claras: otras dos en las que Meza estuvo muy cerca, un cabezazo de Figal y dos de Sánchez Miño tras sendas proyecciones con determinación.
Después, en medio de las urgencias, Holan mandó a Benítez y a Leandro Fernández, pero a esa altura el equipo no daba señales de vida. Divorciado de su identidad, se despidió de la pelea de un torneo que ahora sólo obliga a no perder el paso en el pelotón que busca asegurarse un lugar en la próxima Libertadores.
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