El técnico de la Selección atraviesa el momento más complicado de su carrera como entrenador. Sin embargo, no es la primera vez que le sucede. ¿Lo dejarán luchar contra la tormenta?

Hay un denominador común en todos los equipos que dirigió Edgardo Bauza en su carrera: ninguno se caracterizó por desplegar un fútbol estético y vistoso. No es un proclamador del fútbol bien jugado en términos de belleza, sino de desplegar un juego efectivo, moldeable según al rival. Quienes ahora, cuando está en la cuerda floja, le exigen que implemente un sistema de juego atractivo son los mismos que le piden peras al olmo.

El Patón tuvo varias crisis en su carrera. La mayoría venían con esa premisa: la prensa y los hinchas se quejaban de sus planteos tácticos, especialmente en las épocas de frío y resultados adversos. Una de las más agudas la atravesó en su primera etapa en Liga de Quito.

En abril del 2007, después de una derrota contra el Olmedo, la hinchada le cantó "oh… Bauza ya se va, ya se va, ya se va, Bauza ya se va". Patón se quedó: un año después le sacó jugo a la a ganó la primera Copa Libertadores de la historia del club y del fútbol ecuatoriano.

Edgardo Bauza

"Nunca se me pasó por la cabeza renunciar", se defendió luego de igualar 1-1 contra Independiente del Valle, en marzo del 2014, ya en San Lorenzo. Lo habían traído para ganar la Copa Libertadores y estaba a punto de cosechar un fracaso: si no conseguía una victoria épica ante Botafogo en el Nuevo Gasómetro, vería los octavos de final por televisión y, probablemente, sin trabajo.

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"Por más que pierda 18 partidos pienso que lo voy revertir", dijo con la misma tozudez, con la misma confianza con la que la semana pasada, en La Paz, aseguró que "nada me tuerce". Esa confianza le permitió lo impensado: clasificó, superó a dos equipos brasileños en octavos y cuartos de final, y cumplió su objetivo. Nunca convenció por su estilo de juego. Lo hizo con sus logros.

San Lorenzo Libertadores

En San Pablo tardó en convencer porque los resultados se demoraron. Bauza puede ser anacrónico con sus métodos, pero sus éxitos son indiscutibles. En Brasil vivió lo mismo que en todos lados: críticas a lo que hacen sus equipos adentro de la cancha, silenciadas luego por resultados. Hasta los jugadores lo increparon porque no hablaba en portugués. Si bien le fue mal en el campeonato Paulista, alcanzó la semifinal de la Copa Libertadores. Solamente se fue cuando lo contrató Armando Pérez.

Esta vez las miras son más grandes. A Bauza lo apuntan todos los grandes medios, los periodistas con más espacio en televisión y radio. Y los nuevos dirigentes de AFA. El lunes se reúnen con él y Patón, como suele hacer, debe contagiarlos de la confianza que rebosa. Si los hace creer que van a levantar la Copa del Mundo en Rusia, si les demuestra que tiene recursos para dar vuelta la situación crítica, podrá mantenerse en su cargo; sino, Jorge Sampaoli espera un llamado en Sevilla.

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