Con dos golazos y una asistencia perfecta, la "Pulga" demostró toda su jerarquía en los partidos más difíciles y convirtió dos de los tres goles con que el equipo español vapuleó al alemán por 3-0. Messi, en todo su esplendor, le dio una paliza histórica a Guardiola, su mentor.

Lionel Messi. No hay más para decir. El pibe, sólo, en tres apariciones galácticas, liquidó la semifinal de ida del Barcelona ante Bayern Münich. Miento, y que me perdone el cielo. Apareció más de tres veces. De hecho, irrumpió incontables veces, por todos lados. Messi dio el mejor espectáculo del año, ante el rival más difícil de la temporada. Fue 3-0 del equipo español. Fueron dos goles de Messi, y uno de Neymar, al final, con un pase mágico del rosarino. Pudieron ser más.

Pep Guardiola lo anticipó en la previa. Fue un visionario. Dijo que si estaba como él creía que estaba, "no había defensa capaz de pararlo". Pobre él, que lo inventó y ahora lo sufrió.

Messi es una creación de Guardiola. Si bien lo alimentaron en La Masía, fue Pep quien lo ayudó a pegar el salto para ser el mejor de su época. Y de la historia. Si alguien tenía la fórmula secreta para pararlo, era él. Pero no. Fue imposible. Quizá, por la admiración que le profesa: conoce sus capacidades extraordinarias, y sabe que hace lo que quiere, cuando quiere, donde quiere.

Dio una función majestuosa. Se filtró —y filtró asistencias— por todas partes. Pidió la pelota, se puso el equipo al hombro y desparramó rivales, como un bebé que tira juguetes al piso. Messi nos hace creer a nosotros, los espectadores, que el jugar al fútbol es fácil. Que es para cualquiera.

El segundo gol de Messi sintetiza toda su genialidad. Encaró en velocidad a Jerome Boateng. Lo miró, le amagó a salir por un lado. Salió por el otro. Todo en una elegancia sutil, sin recurrir a bicicletas ni fanfarroneadas de publicidad. La tiró larga. Salió Manuel Neuer: alto, largo, brillante. Y se la tiró por arriba con un toque suave.

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Se ganó los aplausos del Camp Nou. De los televidentes. Del mundo. Soltó uno de los goles más lindos de la temporada.

Nunca le había hecho un gol a Manuel Neuer, el brillante arquero del Bayern Münich. Le hizo dos. Nunca había vencido a Thomas Müller. Lo goleó. Rompe los récords como si fuera un griego tirando platos al piso en un casamiento. Los destruye, los pulveriza. Hoy volvió a escalar a la cima de la tabla de goleadores de esta Champions League. Y empató a Cristiano Ronaldo como máximo artillero de la tabla histórica del torneo. Pobre Cristiano: le queda poco.

Messi no tiene límites. Es como Buzz Lightyear: va hacia el infinito. Y más allá.


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