"Don Diego es un hombre como ya no existen. Un tipo bonachón, sincero, limpio, de pocas palabras pero las justas. Un hombre derecho, sin dobleces, una persona de las que ya no se ven en el mundo".
Con estas palabras Guillermo Coppola definía alguna vez al padre de quien fuera su amigo, su "hermano", su mano derecha durante tantos años y que el tiempo los distanció. El padre de Diego Maradona nació en 1928 y se casó con la mujer de su vida, Doña Tota. El 30 de octubre de 1960 tuvieron en el Hospital de Fiorito a quien con el tiempo se transformó no solo en el mejor jugador del mundo, sino también en una leyenda viviente y en la persona más conocida del planeta. Pero para que "Pelusa", como lo llamaban a Diego en su infancia, llegara a ser quien es hoy en día, tuvo que tener un guía, un apoyo, un sostén y ese fue sin dudas su padre.
La relación entre ellos siempre fue muy especial. Si bien Diego tenía un amor único por su madre, sentía que nada de todo lo que pasó hubiese sido posible sin la voluntad de su padre. Don Diego trabajó muy duro en diferentes lugares para poder darle de comer y cumplir con lo que necesitaba su hijo.
Trabajaba de obrero en uno de las fábricas del Gran Buenos Aires y, obnubilado por el talento de su hijo, logró que le concedieran un permiso para poder llevarlo a entrenar. Cuando Diego debutó en Primera, con la camiseta de Argentinos Juniors, fue su padre el encargado de contenerlo y tratar de sacarle los nervios de ese pibe de apenas 16 años.
Aquella mañana se levantaron juntos, el Diez se puso el único pantalón de vestir que tenía y lo acompañó con una camisa blanca. Su padre lo subió, como todas las mañanas, al colectivo que tomaban desde Fiorito hasta el estadio del Bicho en Paternal. Ese día comenzó a escribirse otra historia y la que es conocida por todos, pero siempre, en las buenas y en las malas, estuvo detrás del ídolo, su padre. Don Diego.
Nunca se separaron a pesar de las diferencias que pudieron tener en cuanto a su manera de encarar la vida. El Diez siempre estuvo presente en cada uno de los momentos que su padre lo necesitó. El día del histórico casamiento con Claudia en el Luna Park, fue tal vez uno de los momentos más felices de la vida de ambos.
Diego le compró la casa que su padre siempre soñó en Villa Devoto y la reformó como fue su sueño. Un jardín enorme en el fondo con una parrilla donde se comieron los mejores asados y se hicieron las reuniones más importantes. Ahí celebraron juntos el título del Mundo en 1986, la firma del millonario contrato con el Nápoli y cada uno de los momentos felices y no tanto de la vida.
Por eso tuvieron algunos cruces típicos de padre e hijo que se fueron subsanando cuando la salud de Don Diego empezó a deteriorarse. Hace 15 días el Diez regresó desde Dubai sabiendo que venía para despedir a su padre.
Hoy jueves 25 de junio a las 14.25 la vida de Don Diego se apagó para siempre. Al lado de él, en la cama de terapia intensiva, estaba su hijo. Tantas veces lo acompañó para lograr hacer la carrera que hizo y hoy su hijo lo acompañó en el final. Se despidieron juntos, como vivieron...
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