El socavamiento de la estructura que funcionaba en Ezeiza incidió en el nivel de nuestros árbitros en el último año. Pero se viene un período de recomposición formativa que buscará impulsarlos hacia una mejor prestación.
Es paradójico, pero desde afuera, desde el seno mismo del comité arbitral de la Federación Internacional, se sigue confiando en la capacidad histórica del arbitraje argentino y de determinados árbitros argentinos en particular, según la época. Paradójico, porque a nadie escapa que el nivel de referato argentino dista de ser el mejor, en concordancia con algo insoslayable: el arbitraje mundial atraviesa un lapso que se estipula prolongado, de cambios y renovación de nombres, siempre con la tendencia de ir bajando la edad fértil para el desarrollo internacional de los árbitros.
Esa baja en la edad requerida ubica la franja útil de los árbitros internacionalmente hablando, entre los 34 y los 40 años, tope que puede extenderse sin tocar el límite de los 45, a aquellos que son elegidos para ir al Mundial. Hablamos de una edad entre los 40 y 43 años, como será el caso de Diego Abal, quien de no mediar imponderables de índole física -no excluyentes- dirigirá en Brasil 2014 parado en el escalón 43 de su vida.
Es paradójico, volviendo al principio, que pese a tantas críticas, la cúpula arbitral de FIFA tenga en Abal a uno de los dos árbitros designados por Sudamérica y a uno de los diez en total, que dirigirán dentro de exactamente un mes, en la Copa de las Confederaciones, en Brasil. Más que paradójico, explicable desde el contexto internacional que hemos descripto. El mismo tenor de críticas que aquí solemos vertir acerca de Abal y de otros pares suyos, reciben los árbitros top europeos y de otras potencias futbolística sudamericanas. Pero aquí tenemos nuestros "por qué"...
Salir del pozo
La problemática propia del arbitraje argentino explica qué sucede y que sucederá con nuestros árbitros. Desde hace algo más de un año, el nivel ingresó en un pozo en coincidencia con un recorte de actividades que venía desplegando la Dirección de Formación Arbitral en el predio de Ezeiza.
Arbitros como Abal, Pittana, Laverni y un incipiente Loustau habían logrado un grado de crecimiento y formación que aventuraba una aceleración de este proceso de cambios que incluye el retiro en nombres y estilos retrógrados.
La incidencia "de arriba" terciando en el área formativa solo logró que en los últimos tiempos los árbitros pagasen con su nivel la perturbación de una estructura que estaba bien montada y daba resultados. Estamos en conocimiento que en breve, aquella estructura que supo edificar Horacio Elizondo y que continuó y rearmó Miguel Scime, volverá a funcionar, restableciendo la función docente y reuniendo al plantel arbitral en entrenamientos diarios, clases teóricas, marcación de errores a fin de evolucionar y fomento de valores. Por eso, se aguarda un lento pero paulatino crecimiento en el grado de aptitud y confiabilidad, siendo los top internacionales quienes marquen tendencia en lo técnico y en lo disciplinario. La involución le irá dejando paso a un nuevo período evolutivo. Abal será el espejo.i