El técnico del Manchester City, Manuel Pellegrini, lo clasificó a Sergio Agüero entre los 3 mejores jugadores del mundo. La cita no es desafortunada. Sin embargo, el astro argentino no goza del reconocimiento que acreditan sus grandes virtudes. Aquel pibe al que hace 9 años, Menotti comparó con Romario, encarna hoy la síntesis del delantero goleador que con su arte simplifica lo complejo.
   "Para mí, el Kun viene justo después de Messi y Cristiano Ronaldo como uno de los tres mejores jugadores del mundo", declaró hace unos días Manuel Pellegrini, entrenador de Agüero en el Manchester City.

   La afirmación del técnico chileno no debería sorprender a nadie. Lo que dijo es lo que se ve, aunque Agüero no goce en el ambiente del fútbol mundial del reconocimiento que acreditan sus grandes virtudes. De hecho, la FIFA, increíblemente no lo incluyó en la presente temporada entre los 23 jugadores mejor calificados para conquistar el Balón de Oro el próximo 13 de enero en Zurich. Una pregunta: ¿qué canal miran los electores de la FIFA?

   Tampoco en la Argentina, la valoración es unánime, incluso para los entrenadores que en los últimos años dirigieron a la Selección nacional. Por ejemplo, para Diego Maradona, en el Mundial de Sudáfrica 2010, el titular fue Carlos Tevez. Y Agüero fue al banco. Alejandro Sabella, en el arranque de su gestión, tampoco consideraba a Agüero titular, hasta que Leo Messi planteó que para sus necesidades futbolísticas le gustaba sentirse más acompañado en ataque. Y Sabella lo escuchó. Pero si Messi no confesaba sus preferencias, ¿Sabella desplazaba a Agüero al rol de suplente? La respuesta es concreta: sí.

   ¿Qué distingue a Agüero? Su gran versatilidad ofensiva para jugar en los últimos 35 metros de la cancha. Puede ser primera guitarra y puede ser la segunda o la tercera. Puede protagonizar en un arranque individual un ataque demoledor y puede ser el talento complementario, en este caso de Messi, como lo fue Coutinho con Pelé en aquel Santos maravilloso de la década del 60.

   En los primeros meses de 2005, el Flaco Menotti mientras dirigía a Independiente, comparó algunos movimientos de Agüero con los del Chapulín Romario. La mención de Menotti adquirió mayor legitimidad con los años. Aunque Agüero no vive del área, como lo hacía ese extraordinario goleador que fue Romario, capaz de fabricar el espacio mínimo para resolver y ejecutar sin anticipar nada.

   Agüero no es un goleador clásico. Sabe jugar para él y para los demás. Sabe autoabastecerse. Sabe entrar y salir de la jugada. Y cuando en el área rival va a los bifes, denuncia disponer del conocimiento futbolístico que siempre caracterizó a los cracks consagrados. ¿En qué consiste ese conocimiento? En hacer la justa en los momentos decisivos. Ni una de más ni una de menos. La justa. La que siempre hicieron los grandes de todos los tiempos que recoge la historia. La que no le deja margen al adversario para el corte ni la intercepción.

   Esa sabiduría esencial que no se compra ni se incorpora (se tiene o no se tiene), es el mayor capital de Agüero. Es lo que le permitió acceder al territorio de los elegidos. Porque nadie enseña esos secretos. No porque nadie los conozca, sino porque son intransferibles.

   Esa extraordinaria sintonía fina que reveló en Independiente, después en Atlético de Madrid y ahora en el Manchester City, fue y es una de las marcas registradas de su fútbol, demasiado postergado en la Selección a partir de ese muy buen jugador que es Tevez, siempre con mayor capacidad de hacer lobby a su favor que Agüero. La prensa argentina, en general, compró sin ingenuidad a ese Carlitos de Fuerte Apache casi en simultáneo con sus condiciones técnicas. Todo en un mismo combo. Y su atractivo mediático siempre fue superior. Su fútbol, no.

   Las vanidades y egos futbolísticos de Tevez es probable que también alcancen al Kun. La diferencia es que Tevez no soporta ni se banca la estrella que ilumina a Messi. Y Agüero, sí. Por eso hay comunión dentro y fuera de la cancha con Messi. La que no tiene Tevez. Ni seguramente vaya a tener nunca. Por eso hoy la Selección la mira de lejos.

   Si Agüero es más o menos que Tevez es otra historia para discutir en una larga sobremesa. De lo que no quedan dudas es que el astro del Manchester City juega simple como juegan los que acarician las grandes armonías.

   Para las grandes obras, tiene el Mundial de Brasil 2014 por delante. Con Messi al lado. Aunque a veces en la cancha los separen algunos metros y varios goles.
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