Se llama Viviana Parrado y hoy se negó a declarar en el inicio del jucio contra los barras de Boca. Está imputada por "incumplimiento de los deberes de funcionario público y encubrimiento calificado”, pero acudió a un curioso artilugio para zafar
Los cuerpos robustos, rostros curtidos, miradas esquivas y gestos severos de la decena y media de ‘barrabravas‘ de Boca contrastaban diametralmente con la casi frágil figura de una morocha de cabellos largos que compartía con ellos los banquillos de los acusados.
La ex policía Viviana Parrado, imputada por presunto "incumplimiento de los deberes de funcionario público y encubrimiento calificado”, manipulaba un crucifijo entre sus dedos mientras sus rudos consortes de causa intercambiaban comentarios entre ellos.
Cuando la calefacción de la pequeña Sala de Audiencias del Tribunal Oral en lo Criminal Seis (TC6) comenzó a hacerse sentir, la mujer se quitó su tapado rojo para dejar ver su trajecito y chalina negros y sus botas y medias rojas que combinaban con el abrigo.
Apenas unos instantes después, el camarista Guillermo Yacobucci, presidente del debate, decidió comenzar con ella la ronda de indagatorias y la convocó al estrado para escuchar su testimonio pero la imputada se negó a hacerlo en base a normas constitucionales que así lo autorizan.
“Me niego a declarar”, expresó la mujer lo que hizo que, de acuerdo a normas procesales, se leyesen sus dichos en la etapa instructoria cuando declaró que conoce a Rafael Di Zeo “desde la infancia, pero no es amiga, solo vecina” y que tampoco “es pareja” del dirigente de ‘La 12‘.
La referencia, dicha hace años en una de sus dos únicas declaraciones ante la justicia, no era menor ya que se la acusaba de haber suministrado información, por su condición de policía, a Di Zeo para evitar ser detenido cuando pesaban sobre él órdenes de captura.
Según publicó el periodista Gustavo Grabbia en el diario deportivo Olé, Parrado había presentado a su vez un recurso asegurando que sus mellizos son hijos de Rafael Di Zeo, por lo que no podría ser condenada, ya que no se considera encubridora a aquella persona con lazo sanguíneo que favorezca a un delincuente a escapar.
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