El equipo viene barranca abajo en la rodada y tiene la chance de terminar el año aliviando los dolores que aún le causa la noche amarga ante Lanús. Sin embargo, el panorama no es muy alentador a la luz de los últimos partidos. El Muñeco apunta a que el contexto de una Copa y una final ayude a que el equipo muestre algo de lo bueno que tuvo. Aquí, los ejes principales de las complicaciones que sufre el equipo.
El golpe que recibió el equipo en la segunda semifinal de la Copa Libertadores ante Lanús hace más de un mes sigue estando en la cabeza de los jugadores. Es como un fantasma que no suelta al equipo y que vuelve a cada rato; porque todo estuvo puesto en llegar a la final, porque la ilusión era el Mundial de Clubes y porque sólo quedó la pesadilla. Aunque nadie lo diga, el partido vuelve y no hay método que ayude a olvidarlo. Luego de esos 90 minutos, River se convirtió en un equipo vulnerable, débil y que más allá de los resultados negativos, desde el juego se lo nota en estado de depresión y con poca rebeldía. La final quizá sea el contexto que ayude a pensar en que lo pasado, pisado.
En lo que va del semestre, River apenas mantuvo la valla invicta en 7 de los 23 partidos que jugó y le anotaron 27 goles. Utilizó ya tres arqueros, Lux, Batalla y Bologna, y en la defensa, sacando el partido ante Tallares, donde debutaron muchos juveniles, los cambios fueron constantes y no siempre por temas de descanso, pues varios salieron por bajos rendimientos. La línea cuatro que salía de memoria hoy es una incógnita y hasta Pinola y Maidana fueron al banco de suplentes porque estaban por debajo del nivel esperado. La imagen del doble 5 frente al Lobo para conseguir mayor seguridad defensiva fue todo un dato.
River tiene ahí una luz de esperanza por Scocco, que hizo 14 goles en el semestre y que es un valor agregado importante. Pero con un solo jugador no alcanza y encontrar una compañía ofensiva parece una misión imposible. Todos los que acompañaron al goleador no ayudaron. Por ejemplo, Borré, que tiene 5 goles, engaña con las estadísticas porque de esos tantos muy pocos fueron importantes o sirvieron para ganar. El resto, De la Cruz, Pity y Auzqui, tampoco colaboraron demasiado. River hizo 47 goles en el semestre, y aunque el número sea bueno, también es relativo, porque hay algunas goleadas a equipos menores de la Copa Argentina y porque anotó 8 ante Willsterman.
Gallardo tenía pensado un equipo con Alario y desde su salida los planes alternativos no le han funcionado en el tiempo. Nunca encontró una idea que le ofrezca garantías y probó con todo lo que tuvo a mano, lo que de cara a la final pone dudas de cómo finalmente jugará. Empezó con la idea de un 4-1-4-1 para que puedan jugar Rojas, Nacho, Pity y Enzo Pérez juntos. Luego sacó uno del medio para sumar a Auzqui y jugar con un 4-1-3-2. Después probó con un 4-3-1-2 tradicional y hasta ensayó con línea de 3 en el fondo. Ante Gimnasia estrenó el doble cinco con Rossi y Ponzio. Todos estos cambios dan muestra de que no pudo encontrar el equipo ideal y menos aún el sistema más adecuado.
Finalmente los rendimientos individuales han sido bajísimos. Sólo se rescata a Scocco, algunas ráfagas de Pity, la aparición de Saracchi y la regularidad de Montiel y no mucho más. Maidana y Pinola no fueron la dupla defensiva que se esperaba. Casco jugó mucho y rindió poco. Ponzio termina el semestre cansado y pagando caro el desgaste. De la Cruz y Borré no lograron adaptarse. Enzo Pérez arrancó bien y terminó entre lesiones y bajones pronunciados. Rojas parecía una solución y fue un problema. Nacho Fernández, a pesar de sus intentos, acaba fallando y equivocando caminos en la gestación.
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