Hay que ver lo que muestra Maradona. Hace dos días las noticias hablan de él y su desembarco en Gimnasia. Desde la época de Griguol que el Lobo no estaba en la boca de todos. “Macri”, “Alberto”, las elecciones, el dólar, el FMI y el candidato a neologismo de año “reperfilar”, hizo que el superclásico tuviera menos repercusiones que un partido por el tercer puesto en lo que sea. Maradona tiene más años de popularidad y vigencia que tiempo como futbolista. Es más leyenda que exjugador, a esta altura. Arañando el cuarto del siglo XXI, los chicos de la primaria saben quién es Maradona. Batistuta, pobre, se quejó porque no lo reconocieron en un vestuario los que jugaron el último mundial. Peor que Bati está el Pájaro Cannigia, que las nuevas generaciones lo descubrieron como mero papá de Charlotte, la hija que lleva su apellido.
Con Maradona no pasa. Los chicos entienden que son tan contemporáneos a Maradona como quienes lo pudieron ver como jugador, promesa o acabado, pero en la cancha. Todos, entonces, entienden de qué se trata cuando se habla de Maradona.
Hace tanto que no juega en el país, donde no dirige desde cuándo y todo lo que se dijo en la radio, se leyó en redes y ocupó la agenda de las pantallas. Maradona todavía sigue marcando territorios: eligió una camiseta en Rosario, en Avellaneda y ahora en La Plata. Come y da de comer. Las búsquedas en Google son elocuentes. Los centenials y próximos decimales de generación se desasnan -como el resto- con el buscador. Y nadie se preguntó “quién es Maradona”.
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Con Maradona, no. El mundo tecleó ese apellido. Argentina, por supuesto, tuvo la mayor intensidad en el continente americano. De punta a punta, todos los países que lo componen lo teclearon.
En todo el mundo hicieron lo mismo: Nigeria, Uganda y Sudáfrica entre los principales de África. Arabia Saudita, India, Pakistan en Medio Oriente; España, Italia, Francia, Alemania o Reino Unido, entre varios de esa porción de Europa. Finlandia, China y todo Australia, también. Las búsquedas asociadas fueron “Gimnasia”, “Argentina”, “entrenador” y -sí, claro-, “Juan Sebastián Verón”, porque si algo ama el fútbol son las rivalidades y la Brujita reúne las condiciones para el caso. Maradona los puso a todos en el mapa. El Lobo salió del bosque de la mano de quien desde hace más de 40 años, en todas partes del mundo, es más grande que Pelé.
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