El Chino Martínez Quarta no quiere pensar en si creer o no. Hace un año batallaba en Reserva para agarrar ritmo luego de una lesión y ahora jugó en la Bombonera como si tuviera el record de clásicos en su espalda.
“La verdad que es increíble, pero fue el partido que más tranquilo entré a jugar; nunca estuve tan calmo, nada de nervios, no me preguntes por qué, no lo sé, pero estaba muy tranquilo en la previa”, cuenta el pibe, con los ecos de la victoria en la Bombonera retumbando en el ambiente.
Y agrega, en forma de confesión, mientras mira la tapa de DIARIO POPULAR y recuerda la tarde en la Bombonera: “Todo esto que me está tocando vivir este año es algo que no se puede soñar, ser titular en este club, luego de todo lo que pasé con la lesión, ganar la Copa Argentina, jugar la Libertadores, lo de la Bombonera, en el medio ser padre, es todo inesperado, por eso estoy tranquilo y los disfruto mucho y agradezco a todos”.
Después, sobre el gol que le sacó casi sobre la línea a Benedetto, dice: “Para mí no entraba, me tiré por las dudas”.
Desde afuera parecía que te metías al arco con pelota y todo, escucha como pregunta, y entonces contesta: “No iba a pasar eso, porque cuando me tiré sabía dónde estaba el palo y si ven bien la jugada, la pelota no entraba, estaba muy sobre la línea. Lo importante es que no fue gol, hubiera sido injusto, porque nosotros habíamos jugado mejor y ya en el primer tiempo pudimos irnos con un gol más”.
El Chino, que había ido al banco en los anteriores clásicos, el del torneo local que perdieron 4 a 2 y en el verano que ganaron 2 a 0, tuvo su debut y en la Bombonera.
“La verdad es que estar ahí adentro, con todo lo que se vive, es algo intenso que no muchos pueden vivir y que es un privilegio, es algo que no se olvida y encima ganamos y nos acercamos a la punta. Por ser el primero, no se puede pedir más”, relata sobre el asunto de entrar a una Bombonera que armó una fiesta y se quedó con la resaca.
Luego recordará que la referencia a los clásicos le viene de chico (estando en Mar del Plata, como hincha, gritó un gol de Ortega de penal que primero le habían atajado) y que en inferiores no se olvida más de uno que ganaron en Casa Amarilla, con la séptima, junto a Driussi y Andrade, entre otros de los que hoy lo acompañan en la primera. River tiene central para rato y lo más increíble es que parece que juega también desde hace rato.
Lucas Martínez Quarta subió a la Primera en 2015, cuando apenas llevaba una temporada de 19 partidos en Reserva. Gallardo lo vio y lo puso a trabajar con el primer plantel, lo anotó en la lista de la Sudamericana de ese año y lo tuvo en cuenta para ir al banco en dos partidos, Racing y Liniers de Bahía, pero en una práctica fue a cortar una pelota, se golpeó sólo y se fracturó la tibia. Estuvo meses de recuperción y se perdió la pretemporada de verano.
En 2016 la volvió a remar y sobre el final le llegaron las oportunidades. Debutó ante Newell's en noviembre del año pasado y una semana después, ante Huracán, lo volvería a hacer. Cumplir fue su lema y el DT le vio algo distinto. Casi lo pone contra Boca en diciembre del año pasado, pero se quedó con Mina y a los pocos días inesperadamente lo puso de titular en la final de la Copa Argentina.
Tenía sólo 4 partidos en primera y ya jugaba una final. De ahí en más no salió nunca más, ni un minuto. Hoy vale 15 millones de dólares y juega como si tuviera una década en Primera. Contra Boca lo demostró y apenas lleva 20 partidos en oficiales.
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