La determinación de dar por concluidos todos los torneos a partir de los riesgos de contagio del COVID-19 no fue un invento argentino. En las principales ligas de la región y del mundo, así sucedió. La característica que atravesó a la normativa de la AFA trajo consigo algunas arbitrariedades que dieron lugar al malestar de unas pocas instituciones. De Talleres, por ejemplo, en la (ex) Superliga, donde algunos otros cuestionaron el mojón que definía el ingreso a las Copas de 2021, de dudosa realización.
Pero en la Primera Nacional, la polémica se instaló en torno a los ascensos. Las primeras versiones -negadas por el presidente de la AFA Claudio Tapia- fueron promovidas por dirigentes cercanos a Chiqui e indicaban que los líderes de cada zona -y aquellos en la mismas condición de las diferentes categorías de Ascenso- lograrían el premio que tenía en juego la competencia, aunque quedaran más de media docena de fechas por jugarse. De esa manera, Atlanta y San Martín, festejaban.
El pescado podrido -fake news le dicen los más sofisticados- corrió irresponsablemente entre las noticias y hasta un juez tuvo sus cinco minutos de fama explicando porque debería ser así. De todos modos, los argumentos esgrimidos no son inverosímiles, pero ni Atlanta ni San Martín pueden considerarse merecedores de la adjudicación de las plazas en juego. Es una locura arrogarse el derecho por aproximación.
Después de conseguir que diputados nacionales se ocupen del caso -como si el país no tuviese otro tipo de dificultades para que los representantes las traten en el Congreso- en San Martín decidieron ir a todo o nada, reclamando el ascenso de manera pública y explicando expresamente su posición contra Tapia.
¿No es injusto estar cerca del objetivo y que cuando toma forma se acaben las posibilidades? Tan injusto como quien planeó un viaje a un all inclusive en el Caribe y en la mitad de las vacaciones el huracán de turno eligió la misma zona. Es ridículo quedarse en la pileta golpeando la barra y reclamar los términos y condiciones ya pagados. San Martín eligió patalear y exigir sus tragos y culpar a la agencia de viajes, en lugar de sentarse a buscar una salida, junto al resto de los damnificados.
El problema, es que al resto de los damnificados parece no haberles importado mucho. A juzgar por las redes sociales, los presidentes del ascensos están más que agradecidos con Chiqui Tapia. Hasta Atlanta adhirió un comunicado oficial de la mesa de la categoría que tenía por propósito respaldar la decisión tomada por la Asociación. Al parecer el Bohemio no cree que se le esté escurriendo la posibilidad de ascender. Esa pasividad sorprende tanto como la exagerada -y hasta caprichosa- actitud de San Martín.
El pataleo del equipo tucumano llegó al punto de contestar ese comunicado apuntándole a Tapia, con acusaciones de las que no se vuelve casi nunca. Menos en un espacio donde la lealtad se pondera más que los reglamentos. Acaso el Ciruja y su rebeldía sirvió para que los mismos dirigentes que antes sugerían que podían ascender los punteros -ahí San Martín no mostraba disconformismo-, ahora aseguren que no habrá escritorio y se jugará una liguilla “después de la primavera”. Se cuestión de esperar a ver cómo florecen los ascensos.
comentar