"El argentino no aprende y así nos siguen matando a nuestros hijos", sentencia a Diario Popular Raúl Buganem, papá de Leandro, uno de los egresados '93 del colegio La Salle de Florida que integra la triste lista de muertos de la tragedia de Kheyvis.
Se cumplen 20 años del incendio del boliche de Olivos que dejó 17 muertos y más de 20 heridos. El 20 de diciembre de 1993 los egresados de ese colegio festejaban su graduación, hasta que en el medio de la noche, un incendio terminó con todo.
A Raúl no le gusta hablar de tragedia. Él habla de "negligencia". Todo empezó con una "travesura" de dos chicos que volcaron una bebida alcohólica en un sillón y un cigarrillo hizo el resto. El techo de Kheyvis era de paja. Fuego, humo, falta de oxígeno, rescates, gritos, llantos. Y muerte.
Pese a las denuncias realizadas por los padres de las víctimas, en las que demostraban las irregularidades estructurales del boliche (la única puerta habilitada para la circulación de jóvenes y miembros de personal del boliche era la de entrada; ninguna de las salidas de emergencia estaba habilitada y los elementos del local eran altamente inflamables, ya que su mayor componente era la madera) y la evidente carencia de control por parte de las autoridades municipales, para la Justicia penal, no hay un sólo responsable.
La causa prescribió el 6 de febrero de 2006.
Para Raúl, si la Justicia hubiera fallado correctamente, la sentencia hubiese sido obvia: "Los culpables son todos los inspectores municipales, que gracias al intendente (de Vicente López) que tuvimos en su momento (Enrique García) fueron ascendidos", detalla.
Once inspectores fueron procesados, con prisión preventiva y, poco después, liberados por una fianza irrisoria: 200 pesos por cada uno.
"Eso es lo que valía la vida de nuestros hijos", se lamenta el papá de Leandro.
La asociación
Una semana después de la tragedia, se hizo una misa en homenaje a los adolescentes fallecidos. Raúl invitó, después, al resto de los padres a su casa y así comenzaron las primeras reuniones de lo que, 3 años después, se convertiría en la asociación "Padres de Kheyvis", presidida hoy por Raúl.
Se propusieron crear espacios de debates e intercambio de ideas, para "lograr que no sucediera nunca más algo así". Once años después, comprobarían que puede volver a pasar. Y pasó.
"Lo de Cromañón me cayó como una patada en el hígado, porque fue un calco de lo que pasó en Kheyvis", recuerda. "Material inflamable, puertas de seguridad, la única puerta tenía candado... igual que en Kheyvis, todo exactamente igual", detalla y destaca que "la única diferencia es que en Kheyvis hubo fuego, en Cromagnon, no".
Y tiene razón: las coincidencias entre una y otra tragedia dan escalofríos. "La inoperancia de las autoridades de turno para no saber custodiar la seguridad de nuestros hijos", resume Buganem.
Ante la pregunta de si cambió algo de Cromañón (el 30 de diciembre de 2004) a esta parte, Raúl no duda: "En la ciudad de Buenos Aires sigue todo igual", afirma. "El argentino no aprende, se golpea tres veces con la misma piedra y sigue golpeando esa misma piedra. Somos tarados, no queremos aprender y así nos siguen matando a nuestros hijos", asegura.
¿En qué te cambió la tragedia de Kheyvis?
Formamos la asociación, yo hace 7 años tengo un programa de radio. Y en el año 2008 me ofrecieron entrar, como padre de víctima, en un programa nacional que es de lucha contra la impunidad. De ahí dejé todo, dejé mi empresa personal y me dediqué pura y exclusivamente a eso, con el consentimiento de mi mujer y de mi hija. Doy charlas por todo el país.
Y te voy a repetir lo que siempre digo: en una reunión en casa, estaba el párroco del colegio de mi hija, estábamos cenando con unos amigos. Y uno de mis amigos me dijo "Bueno, Raúl, ahora te vas a tener que ocupar de (su hija) Sabrina". Y yo le dije: "Para mí estás equivocado". Y ahí todos largaron los cubiertos. Y yo le dije que un poquito me quiero, que tengo misiones en la vida por cumplir y tengo que salir yo primero. "Cuando yo salga, voy a sacar a mi mujer, que es la pareja de toda mi vida, y cuando salgamos los dos adelante, nos vamos a ocupar de Sabrina, exactamente igual como nos ocupábamos de Leandro y de Sabrina". El párroco me dijo "qué cojones que tenés". Y yo le dije que no son cojones, es la forma que tengo de ver la vida, de una manera realista.
Es mi forma de ser y de ver las cosas y eso es lo que me llevó a seguir luchando por mí y por mi familia, pero fundamentalmente por mí, porque si no salgo yo, no puedo sacar a mi familia.
¿Cómo lo recordás a Leandro?
Siempre lo recuerdo, en todo momento está conmigo. Siempre llevo un medallón en el bolsillo, con la foto de él, pero no hace falta, porque lo llevo en el corazón, que es lo más importante.
'El Flaco' fue un tipo sensacional, amigo de sus amigos, muy buen hijo, deportista, estudioso, no se llevó nunca una materia. Para mí fue un hijo extraordinario, igual que mi hija, claro. Tuve dos hijos maravillosos. Y gracias a Dios, los pude disfrutar. Es fundamentalmente lo que siempre les digo a los padres: disfruten a sus hijos, porque hoy los tenés, pero no sabés si mañana no. Yo llegué a pelearme con mi madre, que me decía que yo tenía que trabajar más. Y yo le decía que yo trabajaba para poder vivir y después disfruto a mi mujer y a mis hijos. Y cuando pasó lo de 'El Flaco' me dijo "menos mal que lo disfrutaste".
Homenaje en la plaza "Vicente López y Planes"
En ese espacio público, frente a la parroquia del Huerto de los Olivos, en Ricardo Gutiérrez, entre Salta y Wilberg, en Olivos, padres, amigos y familiares de las víctimas de Kheyvis realizarán un acto, justo donde está el monolito que inauguraron los amigos de los chicos en 2010. Será a las 18.30. Descubrirán una placa conmemoratoria, que también será bendecida. Leerán poemas y cantarán el Ave María.
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