Eduardo Juliá, el piloto que había sido condenado junto a su hermano por el tráfico a España de casi una tonelada de cocaína en un vuelo privado en 2011, llegó esta madrugada a Argentina, donde deberá seguir cumpliendo la pena, pero la nota de color la dio el fortuito cruce con la familia de Matías Miret, copiloto del denominado "narcojet" y excarcelado por la Justicia española.
Fuentes de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) aseguraron a la agencia Télam que el abogado y piloto llegó al país escoltado por personal de Interpol Argentina en un vuelo de Aerolíneas Argentinas procedente de Madrid cerca de las 5.30 de esta madrugada.
Bajo un fuerte operativo de seguridad que incluyó personal de la PSA y de la Policía Federal, Juliá realizó los trámites migratorios y fue revisado por un médico.
En un momento, Juliá se cruzó fortuitamente con la familia Miret, que regresaba de unos días de descanso en Barcelona. Su vuelo se había demorado por problemas técnicos y llegado a las 4, por lo que coincidió con el arribo del vuelo proveniente de Madrid.
En la cola de Migraciones, reconstruye el diario La Nación, Miret vio pasar a todos los uniformados de la PSA y a Juliá en el medio, con una sonrisa. Agustina Conil Paz, esposa del piloto, se acercó todo lo que pudo y se dio el siguiente diálogo:
—¿Qué haces acá?
—Hola, muñeca.
—¡Muñeca! La puta que te parió, con todo los que nos hiciste sufrir.
Juliá agachó la cabeza, pasó a manos de personal de la Policía Federal y fue trasladado hacia los tribunales de Retiro, donde quedará a disposición del juez en lo Penal y Económico Alejandro Catania.
Juliá había sido condenado en España en enero del 2013 a 13 años de cárcel, pero se le concedió la extradición a Argentina por su buena conducta para que pueda seguir cumpliendo la pena en este país. Su hermano Gustavo, quien también fue detenido en España y condenado a la misma pena, aún permanece alojado en un penal de Madrid, dijeron las fuentes.
Eduardo y Gustavo Julia, junto al copiloto Matías Miret, fueron detenidos el 2 de enero del 2011 cuando aterrizaron en el aeropuerto El Prat de Barcelona con un jet Bombardier Challenger 604, en el cual la Guardia Civil española descubrió 944,5 kilos de cocaína.
La droga estaba oculta en el interior del tapizado de un sofá cama y en los huecos de un armario refaccionado y en el avión sólo viajaban el piloto, que era Eduardo Juliá, el copiloto Miret y Gustavo Juliá como único pasajero.
Según la Justicia española, la cocaína incautada resulto ser de “una pureza media del 83 por ciento” y “hubiera alcanzado en el mercado clandestino un valor 32.116.778 euros”.
En diciembre del 2012, Miret fue excarcelado por la Justicia española.