El doctor Santabaya es dueño de una brillante trayectoria. Pero la medicina no pudo contener tantas ansias de aprender, enseñar y dejar un legado reconocido por ex alumnos, colegas e, inclusive, sus mascotas.
SERGIO TOMARO El mail número 20 del día acaba de llegar a su computadora, manteniendo el promedio cotidiano de correos electrónicos enviados por colegas y ex alumnos que lo saludan y consultan. El doctor Emilio Santabaya, epidemiólogo de destacada trayectoria que destinó 42 de sus 76 años a la actividad médica, 30 de los cuales compartió como docente de la UBA e investigador en el Instituto Malbrán, no tardará en contestarlos consciente de lo mucho que gravita en una persona el aporte de un maestro. Es que este especialista en enfermedades infecciosas que rindió exámenes con el premio Nobel Bernardo Houssay y tuvo como guías a eminencias de la talla de los doctores Abel Cetrángolo, Armando Parodi y Carlos Urquijo, asigna un valor enorme a todo aquello que permitió enriquecer su entendimiento ya sea en el estudio, la ciencia, el barrio o cuestiones tan sanguíneas e inexplicables como el amor a una camiseta de fútbol. “Tuve a los mejores maestros”, reconoció a HISTORIAS DE VIDA, Santabaya, una suerte de prodigio que a los 11 años ingresó en la escuela secundaria y más tarde, desarrollo por un tiempo estudios a la par de Medicina y Derecho, aunque aclaró que de Abogacía sólo cursó siete materias. Pero su sed de entender mejor lo que lo rodea, lo llevó a hacer cinco años de Filosofía, en los 80, cuando ya era profesional de la Medicina. “Mi hogar era humilde, de hecho mi padre era carnicero y como en Montserrat, donde nací, no había muchas plazas -señaló- pasaba horas en la Biblioteca Nacional de la calle México, primero en el sector de niños hasta que un día entré al salón principal”. La marca de esa experiencia y el alimento que le significó tanta lectura quizás sean la clave para entender la biblioteca de 10 mil volúmenes que tiene en su casa.
Mail número 21 Emilio se ríe a la distancia de sus años de “jodido” jefe de trabajos prácticos “cuando exigía mucho en una actitud pedante porque yo no ignoraba nada. Hasta hoy no he podido expiar esa culpa”, aclaró, quizás sin saber que esa supuesta condena la paga en vida con su amor entrañable por Huracán, del que integra su Mutual de Veteranos. Si de pasiones se trata, el amor que expresa por sus mascotas es otra de sus facetas. Actualmente en su casa de Parque Avellaneda, donde vive con su esposa ya que sus tres hijos -de los cuales ninguno siguió medicina- hace tiempo que se emanciparon. “Actualmente tenemos tres siberianos, un aikita y otros que encontramos por la calle” a los cuales integró al mundo familiar “porque nos dan mucho afecto y alegría. A veces los hijos son algo reticentes y es obvio, hacen su vida. Pero también -argumentó- hay sentimiento en los pelos de esos animales”. Pero Santabaya atesora más sorpresas. Como que estudió teatro al efecto de lograr dominar la expresión para poder llegar con claridad a alumnos, pacientes y personal a cargo, tal como lo logra. Además, un recuerdo infantil de su casa en Bolívar al 500 donde en otro departamento vivían los guitarristas de Hugo Del Carril, lo asoció con el tango del que se hizo un profuso investigador que dicta conferencias y reúne decenas de trabajos publicados.. Y hay algo más porque Emilio, que actualmente es auditor médico de la Federación del Papel, también hace retratos de calidad a birome. “Mi concepto es que nací para luchar”, sintetiza como despedida sin saber que quizás el mail número 21 pueda reconocerle, como maestro, su inquebrantable voluntad de honrar la vida.