Luego de que se conociera un informe de la Agencia Espacial Europea (ESA), en el que se precisó que ya hay 10.900 toneladas de chatarra espacial sobrevolando a más de 500 kilómetros sobre la Tierra, expertos argentinos propusieron acciones como "aprobar una legislación internacional" para regular la actividad y mejorar la sustentabilidad de la industria espacial.
Según el documento de ESA, desde el inicio de la carrera espacial -en 1957, cuando se lanzó el satélite ruso Sputnik-, se pusieron en órbita 15.760 satélites. De esos, la mitad continúa funcionando y la otra parte, inactiva, se habría convertido en chatarra espacial.
Uno de los mayores problemas de estos residuos es que siguen orbitando, con riesgo de impactar contra otros objetos operativos (ya se registraron 640 explosiones y colisiones en las últimas seis décadas) o, en algunos casos, caer en la Tierra, en medio del océano o en una zona poblada.
Frente a este problema, las principales agencias del mundo, como la NASA, de Estados Unidos, y la ESA, de Europa, junto con organizaciones no gubernamentales como la ONU y empresas privadas, impulsan acciones que van desde la implementación de leyes internacionales para regular la actividad, hasta el desarrollo de misiones sustentables.
La Argentina acompaña estas iniciativas desde la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae), que representa al país ante la Comisión sobre la Utilización del Espacio Ultraterrestre con Fines Pacíficos (COPUOS), de las Naciones Unidas (ONU).
En el 2009 se produjo el primer choque accidental, a 776 km de altitud, entre dos satélites, uno de comunicación estadounidense, de una empresa privada, el Iridium-33, y otro militar ruso, Cosmos 2251, fuera de servicio. Ambos eventos produjeron una enorme cantidad de basura que aún continúa orbitando y amenazando a otras misiones. A las altas velocidades a las que giran (27.000 kilómetros por hora), incluso los fragmentos más pequeños tienen un alto poder destructivo.
Aunque el espacio parece infinito y los desechos no debería importar, estos “representan hoy el mayor porcentaje de los objetos que orbitan la Tierra y los estudios de su proliferación indican que, de no existir planes de acción para subsanar la situación, el efecto de las colisiones en cascada transformará el ambiente espacial en un lugar inhabitable para cualquier misión", advirtió Cecilia Valenti en su tesis de maestría de la Universidad Nacional de La Matanza,
Marcelo Colazo, doctor en astronomía y gerente de Vinculación Tecnológica de la Conae, indicó que "además del crecimiento de la basura espacial, en los últimos años aumentó la cantidad de satélites operativos, de agencias espaciales, pero sobre todo del sector privado, con mega constelaciones", como Starlink, que ya supera los 3 mil satélites.
El problema más grande está en las órbitas bajas, a una distancia de entre 500 y 1000 kilómetros de la Tierra, donde se concentra la mayor parte de los satélites operativos y los desechos.
"Hace décadas empezamos a usar un recurso que parecía infinito, pero que ya no lo es. Si queremos desarrollar una actividad sustentable en el espacio, tenemos que encarar este tema con responsabilidad", finalizó Colazo.
Laura Moreschi es argentina y desde hace dos años se desempeña como ingeniera de Orbitas y Misiones de la Dirección de Observación de la Tierra de la ESA. Forma parte de un equipo de cinco ingenieras que asisten las misiones de la serie de satélites Copérnico, que genera información sobre el clima.
Moreschi se refirió a la necesidad de comenzar a poner en marcha acciones que mejoren la sustentabilidad de la industria espacial y regulen la actividad.
"Es urgente aprobar una legislación internacional. Hoy no existe una norma de carácter obligatorio que indique qué cantidad de satélites se puede poner en el espacio y qué hay que hacer con los objetos que ya están dando vueltas. Incluso cuando reingresan los satélites, y se intenta que caigan en el océano para evitar el riesgo sobre zonas pobladas, estamos generando un cementerio en el mar, sin saber las consecuencias. Obviamente no es una solución de largo plazo", dijo.
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