Marcos Villamil es un ingeniero agrónomo que abandonó su trabajo en un banco y dos emprendimientos para recorrer la Argentina a caballo. Salió de General Alvear (provincia de Buenos Aires) en septiembre, apenas se lo permitió la pandemia y ahora se encuentra en Santa Cruz. Su objetivo es recorrer 9000 kilómetros de su país y mostrarlo en sus redes sociales para que se empiece a valorar las personas y lugares de Argentina.
En el lomo de tres caballos, Mora, Wayra y Tordo, con una carpa y un par de pertenencias, se embarcó en una aventura para cumplir su sueño de recorrer la Argentina a caballo. Tenía planeado empezar su viaje en abril, pero la pandemia tuvo otros planes.
Tras un hisopado negativo, inició su travesía el 7 de septiembre pasado desde el partido bonaerense de General Alvear para bajar a Tierra del Fuego y luego subir hasta Jujuy. Planea terminar su travesía en noviembre o diciembre volviendo a su origen en Buenos Aires.
A través de su cuenta de Instagram @abrazarte.argentina, Villamil publica diariamente imágenes y videos de paisajes, sus caballos y las personas que lo hospedan que en la mayoría de los casos no lo conocía y le abrieron sus puertas igualmente. Es seguido por una gran comunidad de 21 mil personas en las redes sociales que se va alegrando con él en su travesía.
Al momento de la entrevista se encontraba en puerto seguro, una estancia de un amigo suyo en El Calafate, Santa Cruz, en medio de la montaña y el mar patagónico.
¿Cómo surge el proyecto?
No es un hecho aislado, ni mucho menos, desde muy chiquitito que siempre vinculado a los caballos. Soy nacido y criado en Buenos Aires, en capital. Mi familia tiene un campito en General Alvear, provincia de Buenos Aires. Desde chico mi vieja siempre jode que antes de caminar andaba a caballo. A mis 18 años, le regalan un caballo a mi tío a 300 kilómetros del campo que no sabía cómo llevarlo y le ofrezco traerlo andando. Esa fue mi primera cabalgata, 320 kilómetros, me salió para atrás, perdí la billetera el primer día. Estuve cuatro días sin comer, muy áspero. Pero aprendí muchas cosas. A partir de ahí, arregle una cabalgata con dos amigos míos de mil kilómetros y esa salió mucho mejor. En ese momento se me plantó el sueño de recorrer la Argentina a caballo.
Conocí esta manera, una forma muy particular de viajar por nuestro país porque, primero, el caballo tiene una impronta muy fuerte en la Argentina. Yo siempre digo que para mí es la mejor carta de presentación. También, por otro lado, te metes de lugares, caminos de tierra, llegas a calles que si no fuera por los pingos no llegaría.
Así que en ese momento miré a mis dos amigos con los que hice el viaje de mil kilómetros y le digo: "¿Se imaginan recorrer toda la Argentina a caballo?”. Me dijeron que estaba loco y ahí me di cuenta que era un sueño personal.
Esto fue hace seis años que fui soñando y soñando. Llegó un momento en el que dije lo tengo que hacer ya por qué si no lo hago ahora, no lo voy a hacer más y no tengo ganas de estar lamentando cosas.
¿La realidad que te encontraste fue igual a lo que habías soñado?
Mucho mejor, por demás. Me encontré con una Argentina de caminos de tierra, tranquila, una familia que me recibe, hospitalidad, gente de primera, charlas, risas, historias, emociones, orgullo por ser argentino. Obviamente también me encontré con pasajes duros, atravesé momentos ásperos, pero siempre tranquilo y sabiendo para donde había que ir. Es un viaje donde quien se apura pierde y hay que estar tranquilo. Siempre cuidar los caballos y va a llegar.
¿Alguien que te quieras recalcar de los que te recibió?
Un hecho a recalcar que yo creo que tiene mucho valor acá en el lago San Martín fue que se me lastimó una yegua. Estoy lejos de donde salí, a tres mil quinientos kilómetros, hace cinco meses andando y la familia Díaz Valdez me recibió. Primero, me recibió bárbaro, comí con ellos todos los días, laburamos en el campo y me hicieron sentir como en mi casa. Además, me ofrecieron que deje la yegua y que siga con los otros dos caballos. Ellos la cuidaban y le daban alimento, y me la llevaban dentro de 20 días. Yo estoy en el medio entre el Calafate y Río Gallegos. Para mi ese fue un gesto enorme porque si no me hubiese implicado quedarme 25 días en un lugar, llegar más tarde a Ushuaia, después llegar más tarde a La Quiaca, llegar en verano a Corrientes que me muero de calor. Es un viaje que no te corre nadie, pero a los lugares tengo que llegar en la estación correcta porque el clima es bastante limitante en los extremos de nuestro país. Si se hace invierno en Ushuaia no sobreviven ni los pingos ni yo; y si se hace verano en el norte, la vamos a pasar para atrás también.
¿Por qué se llama el proyecto Abrazarte Argentina?
Mi idea es ir de Ushuaia a la Quiaca y lo contemplé como un abrazo. Yo soy un enamorado de nuestro país y era como eso, abrazar a toda la Argentina. Un día le digo a mi madre: "Yo pensé que iba a abrazar a la Argentina, pero la Argentina me está abrazando a mí", y me contestó: "Pero Marcos, un abrazo es de dos partes". Tenía razón, yo estoy abrazando a la Argentina y la Argentina me está abrazando a mí también.
¿Qué importancia tienen los caballos en este viaje y en tu vida?
Son lo más importante de todo. Yo sin ellos no soy nada. Los crié, los domé desde que nacieron así que para mí son como mi familia, amigos, compañeros, un medio de transporte. Son todo, siempre ellos primero y uno después se acomoda.
¿Un momento que la hayas pasado mal?
Hubo un cruce muy áspero acá en un cruce de estancias de Río Carbón a Sierra Nevada, llegando al lago San Martín. Fue terrible. Una montaña, cordillera que no conocía. Había un pantano en el que los pingos se hunden y se quedan ahí mal. Hay que tener mucho cuidado con eso. Donde no era pantano, era piedra muy dura y donde no era así, era barranco. También había peligro de caerse porque los vientos son muy fuertes. La verdad que ese cruce estuvo muy duro y después de ahí, me arrancó a nevar. Una yegua mía flaqueo, se cansó mucho. Dormir en el medio de la montaña con la nieve. Fueron una combinación de cosas que lo volvieron áspero.
¿Ahí tuviste miedo?
No tuve miedo. El miedo es lo que vos pensás que puede llegar a pasar si vos haces algo. Acá no hay miedo, acá hay realidad y resolverla. No hay ni tiempo ni energía para pensar que puede llegar a pasar sí. Estas ahí y tenés que solucionar. Tuve que cuidar a mi yegua y armarle una carpa lo más rápido que puedo porque estaba lloviendo y después se largó a nevar. Me até el cabresto de ella a mi mano y cada vez que se movía, yo me despertaba y le daba de comer. No hay mucho más espacio al imaginario.
¿Qué mensaje te gustaría dejar con este viaje?
Me gustaría transmitir que miremos para adentro, para nuestra Argentina, la mimemos, valoremos los lugares y la gente que tenemos. Una persona me dijo que ganas de recorrer el país así y yo le contesté que los lugares siempre van a estar ahí, pero las personas no sé porque son lugares muy desolados. Si nosotros como país no nos mimamos y vamos a recorrer como argentinos ese rincón del lago San Martín, la gente necesita esa circulación. Creo que también está bueno hinchar el pecho y que se escuche ¡Qué viva la patria! ¡Qué viva la Argentina! Cortar con que nacionalismo es medio mala palabra en nuestro país, es una pavada. Yo estoy feliz de ser argentino, re contra orgulloso de haber nacido en estas tierras, de la gente que hay, de lo hospitalaria que es. De cómo le ha abierto las puertas a cantidad de personas que ha venido de diversos lugares como es mi familia y como es la familia de gran parte de la gente que vive en nuestro país. Me encanta decir que amo a mi patria y a mi país. Me llena el pecho de orgullo. Si bien tenemos cosas malas, uno siempre elige si construir a partir de las cosas malas o de las cosas buenas. Acá estoy yo simplemente para compartir las cosas buenas que son increíbles.
¿Si tuvieras que resumir tu sueño en pocas palabras?
Amor a la Argentina, amor a los caballos y amor a la naturaleza.