Mucho ruido y pocas nueces. Todas las páginas meteorológicas anunciaban la llegada de los primeros calores fuertes del verano, y si bien la temperatura alcanzó los 31 grados, el insistente viento que sopló durante toda la jornada desde el Norte y con aire fresco, hizo que la playa no ofreciera sus mejores condiciones.
Mucha gente se dio cita en las cercanías del mar; ya sin brumas, con pocas nubes y un sol que brilló con fuerza, casi nadie dudó en planificar un día de playa que, sin el reparo adecuado, se hizo difícil de estirar por varias horas. Y es que el viento a 25 kilómetros por hora no fue demasiado generoso con los turistas.
Encima, el mar tampoco tuvo un comportamiento ideal: muy agitado, con correntadas fuertes hacia el sur y con muchas canaletas, hizo que disfrutar de las olas tuviera sus complicaciones.
Claro que, como ocurre siempre, el optimismo le gana a las condiciones y se impone aquello de al mal tiempo, buena cara, y todos dieron rienda suelta a sus ganas de pasarla bien al aire libre.
Un dato: después de su gran crecida el mar retrocedió y la gente tuvo a su disposición muchos metros de arena.
Prohíben el alcohol en la playa y otros espacios públicos
La temperatura máxima se dio a partir del mediodía y se prolongó hasta eso de las 15, con una advertencia seria en cuanto a los efectos de los rayos ultravioletas que ubicaron su registro en una marca muy elevada de radiación: 10. Entonces hubo que estar atentos a la aplicación y reposición del protector solar, especialmente en los más pequeños que inquietos por meterse al mar desconocen los riesgos de las exportaciones al sol en horarios inoportunos. Por estos días, el mediodía solar (cuando los rayos caen en forma perpendicular) se da en Mar del Plata a las 12.45.
En definitiva, el viento fue obstáculo para que miles de turistas, después de dos días desapacible, salieran en bandada a levantar campamento en la playa. Al sol, el calor se sintió y mucho; a la sombra estuvo un poco más fresco. El mayor problema fue salir del mar: adentro está lindo, pero con el cuerpo mojado, la brisa te hace pensar dos veces en volver a meterte, dijo Valentino que, con sus atrevidos 16 años, a los pocos minutos estaba otra vez tirándose de cabeza en la primera rompiente.
Pablo, un poco ya "mayor" con sus treinta abriles, expresó algo similar, aunque con mayor osadía: "Me encanta meterme en el mar. Tiene que pasar algo muy raro, un día muy destemplado para que no lo haga. Es cierto que el viento joroba bastante, pero es cuestión de bancàrsela cuando sale. Tampoco es para tanto. Mirà: hay sol, que es lo primero que uno pide cuando viene para aquí. así que con el sol, todo está bien".
Lo cierto es que por la mayor disponibilidad de playa anteriormente comentada, ayer fue un día de plena actividad deportiva, con el clásico "paleteo" (los que se creen Roger Federer y apenas le pegan a la pelotita son multitud), y otros juegos en la arena estuvieron a pleno.
Rogelio (justamente), un entusiasta de la paleta, comentó: "Me encanta jugar con mis hijos, que por una cuestión de juventud, habilidad y destreza me hacen esforzar de lo lindo. Estas cosas no las podemos hacer en casa, porque vivimos en un departamento, asì que llegamos a la playa sin entrenamiento, jejeje. No importa que la pelota se vaya lejos, lo que importa es ir bronceàndose mientras uno hacer ejercicio, antes de algùn chapuzn. Hoy no critiquen mi juego, porque el viento se llevaba la pelotita a cualquier lado.De todos modos, fue un hermoso dìa para estar en la playa".
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