En un contexto de lisas que no se acarduman, fue clave la pericia de dos buenos guías para ir testeando los mejores lugares. Batallas inolvidables en piques logrados desde bote y al vadeo.

La pesca de lisas en las lagunas estuvo difícil este año. El Salado es otro cantar. Pero si hablamos de cuerpos palustres, nos limitamos a dar informes habitualmente de dos espejos de características bien distintas: la albufera de Mar Chiquita, con su impronta marina, y Las Barrancas, pegadita al Salado por el que se conecta por el arroyo La Horqueta como primer gran espejo de las Encadenadas. Allí, dos guías han trabajado durante todo el verano para “descular” sus secretos: Jonathan Sarena y el gran “bigote” Jorge Damario. Con ambos, más un crack como Pete López (hijo del recordado Jorge López) y una primera caña lisera como es Hernán Fernández de Rocker y Masterfish, compartimos una búsqueda meticulosa de esta especie difícil para dar con los mejores ejemplares. Porque lisas hay por varios lados, pero lisas torpedo de más de 2,5 kilos, en pocos sitios. Y ese lujo nos lo dimos Viva la Pesca, con esta verdadera selección de cracks a la que se sumó Diego Eyler, otro habitué del corredor de Ruta 2 que se prende a todos los planes. La cosa se inició temprano con un encuentro con los guías en el puesto de El Biguá, y de allí transitamos hasta Lezama, doblamos hacia Pila y desviamos en el camino de tierra que nos lleva a Las Barrancas, pesquero regenteado por Bebe Arroupe. Allí, en la tracker de Jonathan Sarena y uno de los botes en alquiler, salimos a buscar a las ojudas patrullando las costas.

La lisa en Barrancas no está acardumada, pero el ojo avizor de nuestros halcones detectaba bulos aislados que evidenciaban su presencia, y entonces nuestros guías nos arrimaban apagando motores y empujando a caña larga la embarcación.

Probamos pescarlas con cañas Materfish de 3 metros y líneas chiripá con anzuelos Fudo encarnadas con pancita de lisa coloreada y también con roast beef y corazón, todo siempre con purpurina. Lo mejor es mover el chiripá un poco con pequeños tirones en la línea.

Los primeros piques nos dieron la pauta del día: una o dos capturas y a moverse. El punto a favor era que la lisa no se veía mucho, pero la que andaba, comía.

El equipo comandado por Damario pescó desde el bote, mientras que con Sarena y Hernán bajamos a costa y pescamos al vadeo. Sarena se lució con dos lisones de 2,5 y 3 kilos que fueron sensacionales en su lucha. Yo metí un par que no llegaron a ese peso pero me divertí como loco igual. En tanto desde el bote, lograron en total de 8 lisas de las buenas.

Los piques en el chiripá son francos: no hay flotadores y el pez pasa y arrastra firme por lo que es clave pescar con la caña en la mano y clavar de inmediato. Lo que sigue es una pelea frenética, que metidos en el agua magnifica su esplendor. Como dijimos, hablamos de pocas lisas pero son lisones, ojudas tremendas que no se regalan. Pero vale la pena el intento por la belleza del entorno. Esta vez, las lombrices que trajo Pete eran devoradas por los descarnadores, muy activos, por lo que hubo que optar por cebos cárnicos.

Quedan varios días de calor por delante. Si quiere darse el gusto con las mejores lisas, vaya a las Barrancas.

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