La disminución de predadores naturales sumado a un sistema de calor y baja presión activó a esta especie de metabolismo rápido y hábitos gregarios, que caza en cardúmenes importantes y ataca aun a especies mayores.

Los recientes ataques de palometas bravas en Rosario y Vicente López han puesto los ojos del interés público en una especie que es bien conocida en toda la cuenca parano-platense, aunque no tanto entre los habitantes del Río de la Plata, cuya vida urbana y de espaldas al río los mantiene ajenos de muchas problemáticas ecológicas vinculadas a este ecosistema.

De cuerpo aplanado, mandíbula poderosa con prognatismo inferior, un dientes en formato triangular y afilados como hojas de afeitar, la palometa brava -la especie que produjo los ataques (Serrasalmus Aureus)- puede alcanzar tamaños de 1,300 kg en sus ejemplares de mayor peso, siendo usuales cardúmenes con ejemplares de 300 a 500 gramos que ocasionalmente son pescados por pescadores que buscan otras especies mas deportivas como el dorado o el surubí.

Precisamente son los pescadores deportivos y comerciales quienes tienen contacto mas frecuente con esta especie, que tiene mala fama en ambas legiones. Entre los comerciales, porque en busca de los peces atrapados por las mallas o de fugar de las mismas, cortan los hilos con sus dientes y dañan los peces capturados. Entre los deportivos, no es querida por atacar carnadas de alto costo como las morenas o las anguilas, que el pescador compra para usar como cebos vivos para otras especies.

La presencia de estos familiares de las pirañas en aguas del Río de la Plata es habitual, pero el número de ejemplares varía año a año, en virtud de sus posibilidades reproductivas. En los últimos años, resulta significativo el incremento de ejemplares en toda la cuenca, en virtud de la fuerte presión ejercida por el hombre sobre los predadores naturales de la especie como el dorado y el yacaré.

Se estima que un yacaré adulto puede incluir en su dieta unos 50 ejemplares de palometa adulta por día. Sus acorazadas mandíbulas son inocuas a toda defensa de este pez, que al ser predado en gran escala por este reptil litoraleño tiene un freno a su crecimiento desmedido. Pero la ausencia de poblaciones significativas de yacarés desde hace décadas, produjo un aumento en las poblaciones de palometas bravas o amarillas, en toda la cuenca parano- platense.

Similar situación ocurre con el dorado, que preda palometas juveniles en su menú habitual. "Pez Nacional" y emblema de la pesca deportiva en nuestro país, el dorado está en franca disminución poblacional por varias causas, entre las que se cuentan las represas que impiden natural migración con fines reproductivos y la fuerte presión de pesca con fines comerciales y deportivos (aunque entre los pescadores deportivos felizmente crece la tendencia de "pesca con devolución"). Dorados fuera de medida mínima (es decir, menores a 65 cm, que acaso no hayan logrado reproducir al menos una vez) se ven impunemente en góndolas de supermercados y pescaderías. Y en 2013, una feliz iniciativa del legislador socialista Adrián Camps aprobada por unanimidad por la legislatura porteña para prohibir la comercialización de la especie "dorado" en el ámbito capitalino, fue vetada por el Jefe de Gobierno, Mauricio Macri.

Así las cosas, con yacarés y dorados en franca disminución poblacional, la palometa brava multiplica sus cardúmenes. Pero...¿Porqué los ataques a personas siendo que no son su alimento natural?. Esto tiene que ver no solo con el creciente número de palometas sino con la sucesión de días de temperaturas extremas que vivimos hasta la tormenta de ayer.

Siendo un pez de metabolismo rápido con necesidades constantes de alimento, el sistema de baja presión y las temperaturas extremas (el agua en Rosario y Vicente López estaba a mas de 26 grados los días de los ataques) motivaron que la especie dejara sus lagunas y bañados habituales para concentrarse en la cuenca principal de los grandes ríos como el Paraná o el Río de la Plata, que a diferencia de su característica habitual, por falta de viento presentaban aguas calmas.

El encuentro de cardúmenes de palometas con poblaciones de bañistas motivó el ataque de la especie al ser humano, hecho que una vez concretado se potencia dado que la especie detecta sangre con facilidad y cuando muerde (casi siempre en salientes corporales como dedo o talón) corta carne sacudiendo su cabeza y potenciando el daño. La recomendación es no entrar al agua ante la evidencia de palometas bajo ningún concepto

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