En los últimos 36 años, la muerte arrebató a varios ídolos populares que dejaron su huella en el público que lloró esa pérdidas con profundo dolor y hasta generó manifestaciones impresionantes en pos da dar el último adiós a la la figura desaparecida. De una amplia nómina que integran entre otros Rodrigo Bueno, Mercedes Sosa, Norberto “Pappo” Napolitano, Alberto Olmedo, Carlos Monzón y Oscar “Ringo” Bonavena, seguramente el nombre de Roberto Sánchez, Sandro, constituya la imagen de ídolo popular a cuya muerte millares de fans le tributaron un homenaje tan espectacular y masivo como conmovedor. Sandro de América murió a los 64 años, después de haber estado internado más de diez meses para superar una aguda enfermedad respiratoria que lo llevó a una única posibilidad para sobrevivir: someterse a un doble trasplante de corazón y pulmones. El 20 de noviembre pasado, la aparición de un donante puso en marcha el operativo para intentar salvar al cantante que marcó un estilo cuando irrumpió en la década del 70. Pero si bien el doble trasplante resultó exitoso, nunca logró reponerse del cuadro postoperatorio que le valió una sucesión de infecciones y nuevas intervenciones quirúrgicas que minaron su salud. El nuevo corazón de Sandro dijo basta el 4 de enero de este año, en el Hospital Italiano de la ciudad de Mendoza. Sus restos fueron trasladados a la Capital Federal y velados en el Congreso de la Nación, donde una multitud se acercó a despedir sus restos y otra hizo lo propio a lo largo del recorrido entre el palacio Legislativos y el cementerio privado de Almirante Brown.
Sin la Negra Sosa
Poco antes de la muerte de Sandro, también una cruel enfermedad ponía fin a los días de una de las cantantes más extraordinarias que dio la Argentina: la tucumana Mercedes Sosa, quien falleció a los 74 años el 4 de octubre de 2009 en el sanatorio de la Trinidad, donde había ingresado veinte días antes afectada por una disfunción renal. Esa afección desencadenó en falla cardiorrespiratoria agravada por el hecho que Mercedes Sosa padecía desde hacía más de 30 años el Mal de Chagas. Su cuadro se complicó severamente dos días antes de su fallecimiento que finalmente se produjo a las 5.15 del 4 de octubre. Sus restos también fueron velados en el Congreso de la Nación. Por expreso deseo suyo, sus restos fueron cremados y posteriormente las cenizas fueron esparcidas en tres lugares que amó profundamente: su Tucumán natal, la provincia de Mendoza y la ciudad de Buenos Aires.
Olmedo, inolvidable
Más alejados en el tiempo, la muerte de otros ídolos también conmocionó a los argentinos. Sin ir más lejos, el 5 de marzo de 1988 una noticia sacudía al país: el inefable cómico Alberto Olmedo moría víctima de un accidente incomprensible producto de una caída al vacío de un balcón de un edificio situado en la costa marplatense. Uno de los recuerdos que suelen materializar la figura de Olmedo es una de sus creaciones principales, con las que se ganó el corazón chicos y quienes no lo eran tanto. El Capitán Piluso marcó un rumbo en su historia junto a su fiel compañero de aventuras, Coquito, interpretado por el también Malogrado Humberto Ortiz. Después fue ganando espacio dentro de otro tipo de humor y allí accedió al rol de capo cómico desenfadado y pícaro con el que inmortalizó personajes como el Manosanta, Rucucu y El Yeneral González. Evocar a Olmedo implica asociarlo con DIARIO POPULAR y la extraordinaria campaña publicitaria que a mediados de los años setenta buscó instalar a este medio en el mercado.
El último blues de Pappo
Otro grande, Norberto “Pappo” Napolitano, tuvo una muerte trágica que aun hoy resulta incomprensible para los seguidores del rock nacional que vibraban con el estilo duro que imponía “El Carpo”, a quien se lo consideraba como uno de los más grandes guitarristas de blues y al que el propio B.B. King invitó a tocar en el Madison Square Garden. Pero la madrugada del viernes 25 de febrero de 2005 el rock nacional se vistió de luto: a los 54 años Pappo moría en un accidente cuando cayó de la moto en que se trasladaba y fue arrollado por un automóvil en un hecho acaecido en el kilómetro 71 de la Ruta 5, en Luján.
Rodrigo se fue muy rápido
Enorme fue el dolor que a sus fans y a todo aquel que veía simpático al joven cordobés que llenaba el Luna Park y generaba locura juvenil en cada una de sus presentaciones, se enteraron en la madrugada del 24 de junio de 2000 que el cuartetero Rodrigo Buenos había muerto en un accidente automovilístico en la autopista Buenos Aires-La Plata. La tragedia también se cobró la vida de Fernando Olmedo, hijo del capocómico fallecido doce años antes, cuando la Ford Explorer que los transportaba junto a la pareja de Rodrigo, Patricia Pacheco, el hijo de ambos, y dos asistentes, volcó a causa de una mala maniobra. Rodrigo murió a los 27 años, cuando empezaba a disfrutar las mieles de un éxito que lo catapultaron a la cresta de la fama que intentaba dominar con equilibrio, picardía y bonhomía provinciana, en enloquecido ritmo impuesto a las figuras ascendentes del espectáculo y la música popular.

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