Fue en el 2008: 'Sanma' estaba comprometido con el promedio y, para mantener la categoría en Primera C, debía hacer una gran campaña. Una semana antes de comenzar el difícil camino de la permanencia, la tragedia golpeó las puertas del club. Mariano Gutiérrez, arquero, referente, ídolo de la hinchada, el único que se iba aplaudido del estadio a pesar de la derrota, se suicidó.
Devastado anímicamente, el club tampoco recorría un presente institucional de lujo: no tenía gas, luz, y el buffet estaba clausurado por denuncias de venta de drogas. Los hinchas acusaron recibo de la situación y las tribunas estaban casi vacías. "Como mucho éramos 300 personas", recuerda Yanina. Si bien el club se salvó del descenso directo tres fechas antes del final, no zafó de la Promoción.
Previo al partido que definiría la permanencia ante Berazategui, el club tuvo elecciones, que renovaron la Comisión Directiva. "Los que ganaron fueron los chicos de la agrupación 25 de noviembre, que eran pibes de la oposición, pero que igualmente ayudaban al club hace ocho años porque no lo querían ver destruido. El primer cambio importante que vi fue la recuperación de la gente", relata la Secretaria General del club.
VOLVER A EMPEZAR
A pesar de los aires de cambio, el desenlace de la Promoción fue el peor: de visitante perdió 3 a 2 con Berazategui en el estadio Ciudad de La Plata, con dos goles anulados que generaron sospecha, y luego, de local en Banfield, el 0 a 0 decidió su descenso a Primera D.
Sin embargo, con la nueva CD al mando de Leonardo Oca Vitores, algo cambió. "Se dice que en Burzaco no había nadie", recuerda Yanina Gallo. El día que San Martín descendió, las tribunas se volvieron a llenar, los hinchas colmaron los trenes y los colectivos y se calcula que en la cancha del Taladro había más de 5.000 hinchas de Sanma. El descenso fue el puntapié inicial de la recuperación.
Con la fuerza de su gente, lentamente, La Tribu Azul salió a flote. Con donaciones de los hinchas se reabrió el buffet y con rifas, bailes y peñas se recauda dinero para comprarle los alimentos necesarios a los chicos carenciados que juegan en inferiores.
Otros también utilizan el ingenio, como lo es el caso de Diego Méndez, que desde hace ya unos años es el encargado de hacer 'Las Remeras de los Clásicos', que son casacas que el club le vende a los hinchas y que cada una tiene un motivo distinto con cada clásico ganado, ante rivales de la zona (Brown de Adrogué, Claypole). Con esto, quienes no son socios, saben que comprándolas ayudan al club.
Luego de cuatro años en la D, donde en la primer temporada debido al reacomodamiento institucional San Martín de Burzaco estuvo al borde de la desafiliación, el club de la zona sur del Gran Buenos Aires ya se siente preparado para su objetivo más anhelado: volver a Primera C.