París habilitó tres zonas del Sena para uso recreativo. La medida, impulsada como legado de los Juegos Olímpicos y en respuesta al cambio climático, marca un hito urbano y ecológico.
Cien años después, el Sena volvió a ser un río para nadar. En una jornada histórica para París, cientos de residentes y turistas se lanzaron al agua este sábado para cumplir un sueño postergado durante más de un siglo: bañarse en el río que atraviesa el corazón de la capital francesa.
La apertura de tres zonas de baño -frente a la isla de San Luis, en el muelle de Grenelle y en Bercy- marca el regreso oficial de los parisinos al Sena, prohibido para uso recreativo desde 1923 por razones sanitarias. Las imágenes de cuerpos flotando frente a la Torre Eiffel y el puente de Bir Hakeim rápidamente recorrieron el mundo.
“Es mágico”, dijo Véronique, una parisina que esperaba desde temprano con su boya amarilla para ser de las primeras. “Hace calor y es muy agradable bañarse en agua dulce… y además está a buena temperatura”. El río ofrecía un inusual entorno refrescante con aguas entre 25 y 27 grados, producto de la ola de calor que afecta a Francia.
Sébastien, otro parisino que vivió la experiencia, celebró el regreso de una postal antigua: “Esto ya existía antes, y está bien recuperarlo. El agua está muy buena, muy transparente”.
La alcaldesa Anne Hidalgo encabezó la jornada con una mezcla de orgullo y mensaje político: “La felicidad de nadar en el Sena es también un acto ecologista muy importante”, aseguró. Mostró a la prensa una botella con agua del río, “cristalina”, como prueba del estado del recurso.
El retorno al agua no fue casual: es uno de los legados más simbólicos de los Juegos Olímpicos de París 2024, ya que en estas mismas aguas se realizaron el año pasado las pruebas de natación en aguas abiertas y triatlón. La ministra de Deportes, Marie Barsacq, lo dijo con claridad: “El trabajo continúa. El próximo año se abrirán otras zonas de baño, y aún más en el futuro”.
Detrás de este cambio hay una enorme inversión pública. Desde fines de los años 90 se vienen realizando obras para sanear el Sena y hacerlo apto para el baño, pero el impulso final llegó en 2016 con el Plan Baño, lanzado con vistas a los JJOO. El presupuesto total superó los 1.400 millones de euros, e incluyó desde nuevas plantas de tratamiento hasta la renovación de desagües.
Las zonas habilitadas están equipadas con duchas, vestuarios, taquillas, tumbonas y pontones de acceso. El ingreso es gratuito y estará habilitado hasta el 31 de agosto. Por seguridad, los nadadores deben usar obligatoriamente una boya amarilla flotante, como en las competencias de aguas abiertas.
Además, las autoridades realizarán controles de calidad del agua todos los días, y si algún análisis diera negativo, el baño será suspendido temporalmente.
La reapertura no sólo representa una victoria ambiental y urbana. También conecta a París con su pasado: el Sena fue durante siglos un espacio de recreación cotidiana, hasta que el deterioro de su calidad lo convirtió en una frontera invisible. Hoy, esa barrera se rompe.
“París tiene la suerte de adelantarse a su tiempo”, dijo la alcaldesa Hidalgo, aludiendo al rol del proyecto como respuesta a las olas de calor cada vez más frecuentes. “Invertir en zonas naturales para nadar es esencial”, insistió.
La imagen de la reapropiación del Sena ofrece también una lección para otras grandes ciudades del mundo: reintegrar los espacios naturales a la vida urbana no solo es posible, sino necesario.
Una mujer de 95 años, entrevistada por la radio francesa, resumió el espíritu de la jornada: “¡Estoy muy contenta! Hace años que soñaba con nadar en el Sena”.