El primer día del Año Nuevo el Papa Francisco rezó la oración mariana del Ángelus desde la Biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano, pese a estar afectado por una dolencia (ciática) que no le permitió presidir la misa de fin de Año
El Santo Padre compartió sus deseos de solidaridad y paz para este nuevo año que comienza: "Que la Virgen María nos obtenga del cielo el bien precioso de la paz que con tan solo las fuerzas humanas no se logra perseguir en plenitud", dijo Francisco.
La ternura de la Virgen María
En su alocución, el Pontífice recordó que empezamos el nuevo año poniéndonos bajo la mirada materna y amorosa de María Santísima, que la liturgia actual celebra como Madre de Dios.
“Retomamos así el camino a lo largo de las sendas del tiempo, encomendando nuestras angustias y nuestros tormentos a Aquella que todo lo puede. María nos mira con ternura materna así como miraba a su Hijo Jesús", dijo. "La mirada tranquilizadora y consoladora de la Santísima Virgen es un estímulo para que este tiempo, que nos ha dado el Señor, sea dedicado a nuestro crecimiento humano y espiritual, sea tiempo de suavizar los odios y las divisiones, sea tiempo de sentirnos todos más hermanos, sea tiempo de construir y no de destruir, cuidándonos unos a otros y de la creación”, agregó Francisco.
El pontífice, que parecía relajado de pie en un atril en el Palacio Apostólico, le deseó a los fieles que lo seguían por video un año de paz, un año de esperanza. Sonrío a la cámara mientras repetía su tradicional despedida, no olviden rezar por mí, y deseo a todos un buen almuerzo.
La bendición papal se trasladó al interior del palacio en lugar de realizarse en una ventana con vistas a la Plaza de San Pedro para no animar a los fieles a congregarse allí ya que Italia adoptó estrictas medidas para luchar contra el coronavirus durante las fiestas.
El Vaticano anunció el viernes que el Papa no presidiría el rezo de Nochevieja ni la misa de Año Nuevo en la basílica por una dolorosa ciática.
Tras el Ángelus, el Papa pidió por la paz en Yemen, donde los niños viven sin educación, sin medicamentos, hambrientos, y por la liberación de Moses Chikwe, obispo de la diócesis nigeriana de Owerri, que fue secuestrado el domingo por hombres armados.
En su bendición, el Francisco dijo que la pandemia nos ha enseñado lo necesario que es interesarnos por los problemas de los demás y compartir sus preocupaciones.