El presidente de EE.UU. tomó distancia definitiva del magnate y exaliado político. Mientras Musk intenta recomponer el vínculo, Trump lo descarta con dureza. Detrás del conflicto hay poder, negocios millonarios y una pulseada ideológica con impacto en el Partido Republicano.

La ruptura entre Donald Trump y Elon Musk ya es más que evidente. El presidente de Estados Unidos no solo cortó el diálogo con el magnate sudafricano, sino que incluso decidió deshacerse del Tesla rojo que compró en marzo en un gesto simbólico hacia el entonces aliado. Según funcionarios de la Casa Blanca, el vehículo podría ser vendido o incluso regalado, como señal de que el vínculo está completamente roto.

La reacción llegó después de que Musk, en un intento por bajar la tensión tras la feroz pelea que ambos protagonizaron en redes sociales, se mostrara dispuesto a reconciliarse. Lo hizo al apoyar públicamente en su red social X (antes Twitter) un mensaje de un aliado común que pedía que ambos hicieran las paces “por el bien del país”. Pero la respuesta de Trump fue contundente: “No estoy particularmente interesado en hablar con él”, dijo en una entrevista con ABC News. Y fue más allá: lo acusó de haber “perdido la cabeza”.

Del showroom presidencial a la venta del auto

La relación, que supo ser de cooperación y elogios cruzados, terminó con un portazo. Apenas tres meses atrás, Trump había organizado un evento en los jardines de la Casa Blanca para exhibir vehículos Tesla, y anunció con entusiasmo que compraba uno para uso personal y otro -una Cybertruck- para su nieta. Permitió incluso que su equipo más joven lo usara. Hoy, ese gesto quedó en el pasado.

El Tesla continúa estacionado frente al ala ejecutiva oeste, pero no por mucho tiempo. Un asesor cercano al presidente afirmó que Trump está considerando deshacerse del auto “lo antes posible”. El gesto, más allá de lo anecdótico, confirma que el quiebre con Musk es total.

De aliados a enemigos

El detonante del conflicto fue el proyecto de ley presupuestario impulsado por Trump, al que Musk calificó como “una abominación repugnante”. El CEO de Tesla y SpaceX -quien hasta hace poco formaba parte del polémico Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE)- acusó al presidente de incrementar el déficit y de socavar su trabajo al frente de esa oficina, de la que se apartó semanas atrás.

Trump no toleró la crítica. “Estoy muy decepcionado”, dijo el jueves, y dejó claro que no tiene intenciones de recomponer el vínculo. “Supongo que no hablaré con él durante un tiempo”, agregó con frialdad.

Musk, por su parte, intentó rebobinar: se mostró conciliador en redes, aceptó no desmantelar la cápsula Dragon —clave para los envíos a la Estación Espacial Internacional— y evitó nuevas declaraciones incendiarias. Pero el presidente le dio la espalda.

Pelea en las redes y amenazas cruzadas

La pelea escaló rápidamente. Trump amenazó con cancelar los millonarios contratos que las empresas de Musk -Tesla, SpaceX y otras- mantienen con el gobierno federal, valuados en más de 17.000 millones de dólares. Musk reaccionó advirtiendo que podría retirar sus proyectos espaciales del acuerdo con la NASA y cuestionó duramente la legitimidad del mandatario, incluso sugiriendo que no habría ganado las elecciones de 2024 sin su apoyo financiero y mediático.

La tensión llegó al punto de lo personal: Musk dejó entrever vínculos de Trump con el caso Epstein y Trump lo acusó de sabotear sus reformas económicas. En paralelo, aliados comunes intentaban calmar las aguas, pero sin éxito.

Impacto político en el Partido Republicano

El conflicto puso en aprietos al Partido Republicano. Legisladores y referentes del movimiento MAGA (Make America Great Again) se vieron forzados a tomar posición. La mayoría respaldó al presidente, pero no sin tensiones internas.

Figuras como Chip Roy, Thomas Massie y Ralph Norman aprovecharon para cuestionar el proyecto presupuestario, mientras que el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, calificó los ataques de Musk como “sorprendentes y decepcionantes”. Steve Bannon, exasesor de Trump, fue más lejos: pidió investigar el estatus migratorio de Musk y sugirió su deportación y la confiscación de SpaceX.

La respuesta del empresario fue irónica y directa: llamó a Bannon “comunista retrasado”.

Encuestas: Trump retiene el apoyo del electorado republicano

Un sondeo realizado por YouGov mostró que un 71 % de los republicanos que tomaron partido en la disputa apoya a Trump. Solo un 6 % se volcó por Musk. Entre demócratas e independientes, la mayoría se mantuvo neutral o ajena al conflicto, aunque la figura del magnate conserva cierta simpatía entre votantes jóvenes y tecnófilos.

Otra encuesta reveló que el 28 % de los estadounidenses cree que eventualmente Trump y Musk volverán a colaborar, mientras que un 31 % considera que el quiebre será duradero.

Por ahora, Trump parece decidido a cerrar la puerta. El Tesla ya no tiene lugar en la Casa Blanca. Y la reconciliación, al menos por ahora, tampoco.

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