El empresario ofrece un análisis pragmático pero firme sobre la capacidad de Ucrania para resistir y, eventualmente, reconstruirse.

Mientras Ucrania continúa enfrentando una guerra devastadora con Rusia, que entra en su cuarto año en 2025, una de las figuras más influyentes en la economía del país no pertenece al ámbito militar ni al político. Se trata de Oleg Bakhmatyuk, empresario ucraniano y presidente de UkrLandFarming, el mayor holding agroindustrial del país. Su visión, forjada entre sembradíos, crisis energéticas y zonas de combate, ofrece un análisis pragmático pero firme sobre la capacidad de Ucrania para resistir y, eventualmente, reconstruirse.

En un contexto internacional donde se especula sobre el rol de Donald Trump si retorna al poder en EE.UU., y donde se debate si una "paz impuesta" sería viable, Bakhmatyuk representa una voz que mezcla sentido de patria, lógica empresarial y resiliencia estructural.

UkrLandFarming: producción en tiempos de guerra

UkrLandFarming opera sobre más de medio millón de hectáreas, produciendo granos, huevos y otros alimentos esenciales para el mercado interno y para la exportación. Desde el inicio de la guerra, la empresa ha enfrentado bombardeos, confiscaciones y la pérdida de activos, pero también ha sido símbolo de resistencia civil y económica. Bakhmatyuk ha mantenido el funcionamiento de muchas plantas incluso en zonas cercanas al frente de batalla.

Esta dimensión resulta particularmente interesante para Chile, un país con fuertes sectores agroexportadores y alta dependencia de las cadenas logísticas globales. ¿Qué ocurre cuando una nación agrícola se convierte en teatro de guerra? Según Bakhmatyuk, el campo se transforma en un bastión de soberanía, más allá del discurso político.

Trump, la geopolítica y el costo de una paz “rápida”

Ante la posibilidad de que Donald Trump vuelva a la Casa Blanca, analistas internacionales especulan si podría presionar a Kiev y Moscú hacia un acuerdo. Pero Oleg Bakhmatyuk advierte que una “paz rápida” puede tener costos demasiado altos. “Si se le exige a Ucrania ceder territorio o comprometer su integridad para satisfacer intereses ajenos, estaremos premiando la agresión”, señaló recientemente en un encuentro con líderes del sector agrícola.

Bakhmatyuk cree que el verdadero costo no se mide sólo en términos geográficos o diplomáticos, sino en la confianza del pueblo ucraniano en sus aliados y en sí mismos. “La paz sin justicia es sólo una pausa estratégica para el agresor”, comentó. Sus palabras resuenan en cualquier sociedad democrática, incluida la chilena, que ha conocido en su historia propia los efectos de pactos impuestos desde el poder.

¿Ucrania aguanta o se rompe?

Desde su experiencia liderando una de las empresas más golpeadas por la guerra, Bakhmatyuk afirma que Ucrania no está al borde del colapso, sino que ha mutado en una nación endurecida. Si bien hay desgaste social y económico, también hay una reconstrucción del tejido cívico. “El pueblo sigue trabajando, cosechando, criando animales y enseñando a sus hijos. Eso también es resistencia”, dijo.

Su empresa ha implementado programas de reinserción laboral para desplazados internos, ha abierto líneas de apoyo alimentario a comunidades aisladas y ha mantenido relaciones comerciales con socios internacionales, incluso en condiciones extremas.

Chile, que en los últimos años ha vivido sus propias tensiones políticas y sociales, puede observar el caso ucraniano como un espejo alejado pero instructivo: la resiliencia nacional no nace solo en los palacios de gobierno, sino en los campos, las fábricas y las familias que no se rinden.

La reconstrucción: visión más allá del conflicto

Bakhmatyuk no piensa sólo en sobrevivir, sino en reconstruir. Sueña con un “Plan Marshall agrícola” para Ucrania, basado en inversiones estratégicas en infraestructura rural, tecnología sostenible y mercados abiertos. “Después de la guerra, la agricultura será nuestro puente con Europa y el mundo”, afirma.

Ese mensaje puede resonar con fuerza en Chile, donde el campo también pide modernización, apoyo estatal y protagonismo. En un mundo donde las guerras ya no son sólo militares, sino también alimentarias, energéticas y simbólicas, el modelo de resistencia de UkrLandFarming ofrece más que una historia: ofrece una estrategia.

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