"Comparto esta historia porque soy la madre de
Adam Lanza. Soy la madre de
Dylan Klebold y
Eric Harris. Soy la madre de
James Holmes. Soy la madre de
Jared Loughner. Soy la madre de
Seung-Hui Cho. Y esos chicos y sus madres necesitan ayuda. Ante otra horrible tragedia nacional, es fácil hablar sobre armas. Pero es hora de hablar sobre enfermedades mentales", comienza la misiva
(puede leerse completa aquí, en inglés).
"Nadie quiere mandar a un genio de 13 años que adora a Harry Potter y a sus peluches en la cárcel. Pero nuestra sociedad, con su estigma sobre las enfermedades mentales y su sistema de salud en quiebra, no nos da otras opciones", concluye la mujer, que pide "una discusión a nivel nacional sobre salud mental". "Es la única forma en que nuestro país puede curarse".
Escritora y música, Long habla de su hijo "Michael", de 13 años, y
relata varias situaciones que la pusieron al borde de un peligro similar al que vivió Nancy Lanza, la mujer que finalmente fue asesinada por su hijo Adam, de 20, antes de que desatara la tragedia que dejó un total de 27 víctimas fatales.
A "Michael" se le diagnosticó, entre otras cosas, autismo y déficit de atención.
"Ha tomado antipsicóticos y fármacos que alteran su humor; toda una novela rusa de planes para modificar su comportamiento. Nada funciona", relata, desesperada, su madre.
Y cuenta lo que hubiera sido una simple anécdota pero que terminó en algo mucho peor. Cierta vez, su hijo se puso unos pantalones azules para ir al colegio, que prohíbe expresamente ese color. Tras una discusión, él llamó "zorra estúpida" a su madre, quien lo castigó con un día entero sin videojuegos.
"Su cara se volvió fría y sus ojos se llenaron de furia calculada", cuenta Long, quien detalla las palabras de Michael:
"Entonces me suicidaré. Voy a saltar del coche ahora mismo y me suicidaré". Entonces la mujer Long se dirigió inmediatamente al hospital, ante las quejas de su hijo:
"¡No me puedes hacer esto! ¡Me estás enviando al infierno!". Allí tuvo que pedir ayuda a un policía para bajarlo del auto.
"Hace unas semanas, Michael cogió un cuchillo y amenazó con matarme a mí y luego a sí mismo porque le había pedido que devolviera unos libros a la biblioteca", comenta después Long, quien de todos modos define a su hijo como un ser encantador cuando está tranquilo e incluso un superdotado que puede hablar desde mitología griega hasta sobre la física de Newton y Einstein. "Pero cuando no lo está, cuidado, es imposible predecir qué le molestará", cierra.
Algún día, Michael podría convertirse en el nuevo Adam Lanza, un chico con problemas mentales similares. Y Liza cree que no podrá hacer nada para evitarlo: "El problema es demasiado grande para que lo solucione por mi cuenta".
Se pone en el tapete entonces un debate sobre la portación de armas, sobre cómo actuar ante problemas en la salud mental de los ciudadanos. "No creo que mi hijo deba ir a la cárcel", sentencia, aunque luego reconoce: "Algo hay que hacer, sí. Es hora de que esta nación reflexione sobre su relación con la salud mental. Es la única forma de que el país pueda curarse".
Y concluye:
"Que Dios me ayude. Que Dios ayude a Michael. Que Dios nos ayude a todos".
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