En lo que podría ser descripto como uno de los descubrimientos más importantes de la historia de la humanidad, científicos de la NASA revelaron la existencia de un planeta "gemelo" de la Tierra que podría ser habitable.
El hallazgo se produjo mediante las observaciones del telescopio espacial Kepler, de ocho metros de largo, de lo cual derivó el nombre dado al nuevo astro descubierto: Kepler-186f. La existencia de este planeta fue confirmado tras ser analizado por los telescopios Keck II y Géminis Norte.
El planeta orbita una estrella enana bautizada Kepler-186, la cual se calcula que es apenas más fría que el sol, y es el último de un sistema solar de cinco planeta, todos de tamaño parecido al de la Tierra.
La búsqueda de planetas similares a la Tierra se ha convertido en todo un arte dentro de la agencia espacial norteamericana ya que entre los miles de candidatos, sólo unos pocos terminan de reunir las características ideales para que existan aire respirable pero, por sobre todo, agua potable ya que una ligera aproximación al sol evitaría que el líquido vital se mantenga en ese estado en la superficie.