Las historias que reúne Agustina María Bazterrica en su primer libro de cuentos son despiadadas. La naturalidad con la que narra el horror es el principal objeto de seducción para el lector.

Desde las primeras páginas, uno advierte que lo que se irá desplegando será brutal. Acaso ese sea el sentido del título que eligió Agustina María Bazterrica para su primer libro de cuentos: “Antes del encuentro feroz” (Alción editora, 2016).

Los encuentros no siempre son con un otro. También los hay con uno mismo: con la oscuridad, las miserias y las pasiones ocultas. Y las obsesiones.

Una nena con un conejo entre las piernas, que su profesor quiere tocar; una mujer que desea ser perfecta y no se le ocurre mejor perfección que la de los círculos; una hija que no sólo es abusada por su padre, sino condenada por la atrocidad de su madre; una macabra lista de pasos a seguir luego de ser abandonada.

Los personajes son tan feroces como sus encuentros: rasguñan, patean, absorben, enloquecen, piden auxilio como pueden. No son felices y, aunque algunos lo intentan, saben que jamás lo serán. La fatalidad de sus vidas está narrada de una manera tan cruda y a la vez tan natural que la sensación de incomodidad y horror se quedan en el lector hasta las últimas páginas.

Las situaciones con las que se enfrentan los personajes son tan cotidianas que paralizan. Bazterrica logra que el lector empatice e incluso se sienta identificado con varios de ellos. Pero el verdadero shock ocurre cuando todo parece indicar que el protagonista llegó al límite, pero no: siempre irá más allá y sorprenderá con una estocada final. Y eso asusta. E invita a pensar si uno sería capaz de traspasarlo.

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