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Dogo" es la primera novela publicada de
Ferraro, un diseñador gráfico de 30 años que apuesta por las letras además de las imágenes y
una de las más jóvenes y destacadas promesas de la literatura policial, negra y de género de la Argentina. Cuenta la historia del hombre de apodo canino que titula el libro, un ex boxeador y ex convicto que vuelve al barrio y debe decidir entre abandonar su vieja vida (algo que anhela) o volver al ruedo para no darle la espalda a un amigo. Y cuenta muchas cosas más acerca de la vida en los márgenes, el submundo criminal, las miserias y noblezas humanas, los códigos, honores y deshonores y, justamente, la amistad y el amor. Aunque no lo parezca.
Con motivo del reciente lanzamiento de esta "ópera prima",
DIARIO POPULAR charló en exclusiva con su autor. A continuación, la entrevista completa:
-¿Cuál fue el germen de "Dogo"? Básicamente fue encontrar la tensión en el personaje, este hombre que sale de la cárcel decidido a dejar los días de criminal en el pasado y se encuentra con que puede haber saldado su deuda con la sociedad, pero en el barrio todavía le quedan un par de asuntos pendientes. Me gustó esta idea de que Dogo es un extranjero por duplicado, ya que cuando vuelve a sus calles se encuentra que los códigos y las personas cambiaron. Y por otra parte, él mismo se siente un extranjero de la piel para adentro, ese deseo de ir por derecha, de tratar de cambiar el que siempre fue. Hay una suerte de reversión de la fábula de la rana y el escorpión, porque creo que, en cierta manera, nosotros mismos somos a la vez la rana y el escorpión, y terminamos siendo el resultado de esa lucha.
-Esta es tu primera novela publicada. Contame cómo llegaste a esta primera publicación. Escribiendo y escribiendo. Si bien, como vos decís, es mi primera novela publicada, "Dogo" es la cuarta que escribí y trabajé en el taller de Leo Oyola. Él siempre nos alentó a que mandáramos a concursos. Así que envié Dogo al concurso Extremo Negro BAN 2015, donde quedó finalista entre 485 novelas. No ganó, pero la Editorial Del Nuevo Extremo decidió publicarla.
-Además de trabajar mucho y muy bien con la jerga, tu narrador tiene una prosa que no es llana, sino que se permite ciertos juegos poéticos. ¿Es esa tu voz usual o algo que trabajaste para este narrador en particular? Cada novela tiene su propia voz. Creo que eso es lo que termina haciendo personal la obra. Es interesante plantear quién es el que está contando, cuál va a ser el registro. Y es ahí donde la propia voz de uno empieza a pasar por diferentes filtros, que algunos van a mostrar ciertos rasgos de mi voz y otros la van a ocultar. Esa elección del registro te permite un cierto arsenal de recursos con los que vas a tener que jugar a lo largo de la novela. Creo que esos juegos poéticos que vos mencionás tienen que ver con que es la palabra, y no el puño, el refugio que encuentra cierto tipo de violencia del personaje para salir.
-La novela también tiene un pulso muy cinematográfico. ¿Fue algo buscado o te sale natural? Somos de una generación que nació viendo cine y series, y eso de alguna manera se transmite al texto. Me gusta trabajar los capítulos como si fueran escenas, tomarme mi tiempo. Le brindo especial atención a los diálogos y, en especial en Dogo, traté de que fueran los que hicieran avanzar la acción y que, aunque sacaras todos los monólogos interiores, pudieras seguir la historia sin problemas y sin necesitar explicaciones adicionales. De una cierta forma, pensarlo en esos términos -casi de guión de cine- hace que me concentre en lo importante y no me desvíe en florituras innecesarias, centrándome en la tensión de la escena y los personajes.
-¿Te inspiraste en personajes reales o ficticios para crear a los personajes de "Dogo"? Concretamente, no. Si bien uno es el producto de lo que lee y mira, y a partir de ahí se empiezan a filtrar ciertas obras que uno fue consumiendo. "No hay bestia tan feroz" de Edward Bunker me brindó cierta atmósfera a la hora de retratar la lucha de un hombre que sale de la cárcel y trata de reinsertarte a una sociedad que nunca lo tuvo en cuenta. Bunker se la pasó entrando y saliendo de la cárcel durante veinte años, así que digamos que algo de eso sabía.
-¿Cuáles son tus principales influencias como escritor?"Los Amigos de Eddie Coyle" de George V. Higgins fue una de esas novelas que te hacen entender, un poco, de qué va esto. El uso de los diálogos, el mundo del hampa sin glamour, de gente que ya no tiene esperanzas, sino planes para poder sobrevivir un día más. Después me gusta mucho lo que hace Donald Ray Pollock, una suerte de violencia poética con un humor negrísimo. La obra de Leo Oyola, obviamente, una prosa rabiosa, y sobre todo humana. "Chamamé" es "la" novela negra argentina. Y James Sallis, un tipo que parece ir tallando las palabras con un cuchillo de diamantes, algo hermoso pero que a la vez te va cortando y dejando su marca. Tipos que hacen que la tinta se vuelva sangre.
-Si bien se trata claramente de una novela negra, no es un policial per se, porque la policía no aparece en ningún momento. ¿Cómo definirías a la novela?
"Novela negra y criminal" me parece una linda etiqueta para mucho de las novelas de género que se trabajan en este país. Creo que uno escribe y después, una vez terminada la novela, aparecen las etiquetas, más una cuestión de mercado que literaria. A la vez, en "Dogo" hay ciertos elementos de western, de esta idea de hombre que vuelve al pueblo y de tiempos y códigos que van cambiando, de un estilo de vida que se está extinguiendo. Quizás, en vista a eso, podríamos decir que es una novela negra crepuscular. O simplemente, una de tiros, amigos y amores.
"Dogo" fue editada por Del Nuevo Extremo y se consigue en librerías de todo el país.