Sus deseos son los nuestros. Y su inmensa calidad merece el premio mayor, ese que ha buscado tres veces sin el final soñado. ¿La cuarta presencia en una Copa del Mundo será la vencida para Lionel Messi? En poco tiempo conoceremos la respuesta. Y si bien el fútbol es un juego colectivo, en el que cada pieza aporta lo suyo, todos sabemos que los genios como él -pocos en la historia, muy pocos- pueden inclinar la balanza. Entonces, en la pregunta formulada hay también muchas ganas de que Rusia 2018 corone al rey como lo merece. Ojalá así sea. Pero por lo pronto, lo que tenemos, relacionado con la historia de Messi en los Mundiales, es lo que ya ocurrió...
El primero de los tres capítulos se escribió en Alemania 2006. Allí, José Pekerman hizo ingresar al rosarino sobre la media hora del segundo tiempo del partido contra Serbia y Montenegro -el segundo de Argentina en aquel certamen- y Messi marcó el gol que completó el contundente 6-0. Luego fue titular en la igualdad en cero con Holanda, entró sobre el final en la victoria por 2 a 1 sobre México y estuvo ausente el día de la eliminación por penales frente a Alemania. En esa ocasión, el técnico lo dejó en el banco y la decisión levantó polvareda y polémica.
Cuatro años más tarde, con Diego Maradona en la conducción, Leo disputó los cinco partidos de Sudáfrica 2010. Buscó por todos los medios, generó infinidad de situaciones y redondeó un dato insólito para su carrera, porque no pudo convertir ni uno solo de los diez tantos anotados por el equipo, que tras vencer a Nigeria, a Corea del Sur, a Grecia y a México, cayó nuevamente ante Alemania en cuartos de final, en esta oportunidad por un resultado abultado: 4-0.
Messi sumó cuatro goles durante la fase de grupos y fue decisivo para que la selección de Alejandro Sabella llegara a la final de Brasil 2014. En el desenlace, los alemanes se impusieron por 1-0, repitieron el festejo y volvieron a transformarse en verdugos, y al capitán albiceleste le quedó clavada una espina que tratará de quitarse ahora en Rusia. En una de las chances claras que tuvo el equipo nacional, un zurdazo suyo se fue a centímetros del palo y le dejó una bronca que, según dijo recientemente, todavía le dura. Nada lo consoló. Ni que lo distinguieran con el Balón de Oro, ni que la gente reconociera la campaña realizada por el plantel. Pero el fútbol siempre ofrece revancha. Y el mejor del mundo espera aprovechar la que aparece por cuarta vez en su brillante trayectoria futbolística.