La Copa del Mundo tiene héroes que quedaron en la historia por una atajada, un gol o, quizás, por una patada bien puesta. Otros no alcanzaron entrar a los libros de la historia por sus hazañas dentro del campo de juego, pero sí por estar en el lugar justo. Ese es el caso de “Pickles”, el perro que “salvó” el Mundial 1966.
El perro era un collie blanco y negro que se ganó las tapas de todas las revistas y diarios de Inglaterra. Su historia comenzó el 20 de marzo 1966. Ese día, un conjunto de guardias que tenía la tarea de cuidar día y noche el trofeo “Jules Rimet” -que se le entregaría al ganador del Mundial- no tuvo un buen día.
Era sábado al mediodía y uno de los agentes salió a almorzar. Dejó sola la Copa y, después de un rato, retornó a su puesto. Cuando volvió, encontró lo peor: la mampara de madera que cubría la escultura estaba destrozada y, por supuesto, la estatuilla había desparecido.
La Copa Jules Rimet no era solo una escultura. Estaba tasada -en 1966- en 30 mil libras esterlinas. Es decir, 39 mil dólares. Una fortuna para ese tiempo. Al día siguiente del robo, la Federación de fútbol de Inglaterra recibió una llamada terminante:
Las alarmas se encendieron y, por supuesto, trataron de hacer lo posible para llegar a un acuerdo. Primero en silencio, pero luego la noticia se conoció y explotó por los medios de comunicación. Los titulares de los diarios eran escandalosos: “Inglaterra perdió la Copa”.
La prestigiosa Policía británica se puso a investigar. También Scotland Yard. Ubicaron a un supuesto ladrón: Edward Betchley, un ex soldado que había ido a la Segunda Guerra Mundial. Solo apareció un nombre, pero la Copa no estaba. Hasta que ahí surgió Pickles.
Una semana después del robo, su dueño decidió ir a caminar con el perro. Pero en medio de su camino habitual, Pickles se salió del curso, empezó a olfatear en un rincón entre un auto y un árbol. Allí, envuelta en papel de diario, estaba la “Jules Rimet”. El dueño, David Corbett, la reconoció y la llevó rápidamente a una comisaría.
No le creyeron. Era el principal sospechoso y estuvo testificando más de seis horas hasta que, finalmente, le dieron la razón. Desde ahí Pickles, el perro héroe, se convirtió en una estrella. Protagonizó la película “The Spy wiht the cold nose”, fue a programas de televisión, lo nombraron “perro del año” y lo invitaron a diferentes países europeos. Incluso, Corbett, el dueño de Pickles, tuvo que conseguir un agente para poder cumplir todas las responsabilidades, manejar el dinero que le habían dado por la recompensa y, sobre todo, generar nuevos ingresos.
Así fue como el representante hizo lo imposible para que Pickles saliera en la final del Mundial 1966 que, justamente, ganó Inglaterra. Con los campeones. Todos los héroes ingleses juntos. El que salvó la Copa del Mundo y los que la ganaron.