La realidad superó a la más osada fantasía en Jujuy el sábado pasado, cuando tres jueces fallaron tarjetas antirreglamentarias, demostrando un total y sorprendente desconocimiento de reglas básicas. Pero detrás hay una trama de irregularidades asombrosas en la Asociación Jujeña de Box, que vale la pena conocer.
Errar es humano; no fue éste el caso. Hay fallos y fallos, y además un tercero, como el que contaremos.

Unos son simples veredictos, buenos o malos, cuya peor versión puede deberse a que sean incorrectos, poco idóneos, injustos, inapropiados respecto de la realidad -generalmente por ser tendenciosos, o localistas, como sucede en el 99,99 % de las provincias-, por ser piadosos.

Otros, directamente son yerros reglamentarios, que parten de la ignorancia absoluta, y que por tal motivo se descalifican solos.

Los primeros digamos que son subjetivos y pueden depender de la apreciación personal, aunque ésta sea errada por distracciones, o por no ajustarse al criterio imperante –o desconocerlo-. Tiene cura.

La otra no. Se admite en neófitos desconocedores, en aquellos que jamás ejercieron ni vieron determinado deporte, pero no cuando se trata de quienes son los encargados de aplicar las reglas oficialmente, por ser las autoridades intervinientes, tales como árbitros o jueces. Es como si en un juicio nuestra libertad dependiera de alguien que no sabe las leyes.

Pero hay algo más: ¿alguien se imagina que un partido de fútbol termine -por ejemplo- 100 a 98? ¿Y que uno de tenis termine 0 a 0?

Sería inaudito.

¿Y que un gol valga triple en vez de uno, según criterio arbitral, de acuerdo con qué parte del cuerpo lo haya hecho? ¿Y que el primer tanto en tenis, en vez de ser 15-0, sea 11-0, u 11-2? ¿Y que un partido de básquet termine 2 a 1?

¿Ridículo, no? Tanto como las tarjetas que se confeccionaron el sábado pasado en la noche jujeña.

Y buscamos ejemplos absurdos para que se entiendan bien, porque a grandes rasgos fue lo que sucedió en el estadio de la Federación Jujeña de Básquetbol, con el agravante de que quienes lo protagonizaron fueron sus autoridades.

Fue en una pelea preliminar a 4 rounds, fiscalizada por la Asociación Jujeña de Box "Marcelo Miranda" –un hermano trágicamente fallecido del actual presidente, Daniel Miranda, a la vez hermano del conocido Julio "Ardilla" Miranda, todos ex boxeadores-. (NdeR: ¿una Asociación puede ser de una persona?).

Dicho sea de paso, como ente de contralor local, la AJB le impidió intervenir al fiscal designado por la FAB, el cordobés Gabriel Tavella, que fue el supervisor de la pelea de fondo entre Adrián "Chucky" Verón y Ramón de la Cruz Sena, por el OMB latino welter.

Peleaba el invicto local Jorge Iván Ibáñez, a quien de por sí favorecieron con un fallo localista frente al tucumano Facundo Escobar, que no había perdido ni a palos.

¿Los jueces? Hugo Vilte (en un momento se lo confundió con el ex boxeador salteño, Héctor Hugo Vilte, pero no es él), Daniel Silisque (ex boxeador), y Orlando Cabrera (supuestamente, ex boxeador amateur).

Todo comenzó cuando una de las tarjetas marcó un guarismo insólito, que no cerraba ni a ganchos: 37-35 para Iván Ibáñez, según Silisque. Es decir, entre ambos, 8 puntos menos respecto del total, con sólo 4 rounds en disputa, sin caídas ni puntos de descuentos. Rarísimo.

¿Las otras? Cabrera 39-36 –sospechosa, con 5 puntos menos- y Vilte 40-37,5, la más normal a simple vista.

Por suerte estaban las cámaras de TyC Sports que transmitían en vivo, y permitió que todo saliera al aire. Allí fue que a alguien le llamó la atención y se le ocurrió pedir que las fotografiaran y mandaran por whatsapp, cosa que allí hicieron, casi con orgullo.

Y al verlas, se heló la sangre:


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Cualquier entusiasta de boxeo, sin necesidad de ser juez, ni experto, sabe que en un round el ganador siempre tiene 10 puntos, y el perdedor una porción menor, que en Argentina va de medio en medio, hasta 7 como mínimo, según la magnitud con la que haya perdido.

Está prohibido expresamente desde hace 16 años dar un round empate, aunque antes se admitía y se abusaba del 10 x 10, que algunos sin embargo no han erradicado del todo aún en el interior del país. Pero siempre uno de los dos, el ganador –o si se quiere, ambos en el caso de admitirse el empate como antes, hoy aberrante y antirreglamentario- debe tener 10 puntos. De allí se parte.

Estos tres señores no solo dieron rounds empatados, sino que fallaron 9-9, 9-8 y 8-9. ¿El fiscal de la Asociación Jujeña tampoco se dio cuenta? ¿Y el árbitro, que casualmente se apellida Ibáñez, como el ganador, tampoco?

Casualmente no. Son tío y sobrino, algo reñido con la ética, que supo estar prohibido en el reglamento FAB.

Lo que sí está condenado dirigencialmente es que el presidente de una Asociación o Federación, sea a la vez promotor, mánager y entrenador, como lo es Daniel Miranda, el de la AJB, según se afirma desde fuentes confiables en Jujuy, quien entre otras cosas fue desplazando a aquellos jueces que no le eran sumisos.

Es más; dicen que en el rincón de Iván Ibáñez estaba Marcos, el hijo del presidente Daniel Miranda, a la vez primo del árbitro. Y no es una comedia de enredos.

Hubo antecedentes parecidos en las tarjetas, y vaya a saberse cuántos más hay que no se descubren por no ser televisados.

En diciembre de 2004, en Rosario de la Frontera, Salta, una mujer jurado marcó en una tarjeta 8-7, entre otras barbaridades reglamentarias más. Fue en la pelea entre el Gauchito Víctor Hugo Paz y Ariel Burgos, que tras objetarse la tarjeta cambiaron el fallo y quedó sin decisión.

¿Tan lejos están que no llega civilización? No hay justificativo para semejante desconocimiento.

Pensar que en algún momento se bregaba por dar mayor participación a los árbitros y jueces del interior del país. La demagogia a veces atenta contra la sensatez.

El supervisor Gabriel Tavella trajo un completo informe de 3 hojas a la FAB denunciando el hecho, y el Tribunal de Disciplina, junto al Consejo Directivo, deberán tomar cartas en el asunto.

¿Cuál será la defensa? ¿La hay? ¿Qué medida se podrá tomar para reestructurarla, y cómo hacer de aquí en más para controlarla, siendo que éstas son autónomas?

Luego cabe un mea culpa, por haberse descubierto esta falencia grande como un elefante casi de casualidad.

Con los viajes, cursos, simposios, charlas y demás acciones que han destinado al respecto, ¿es posible que aún sucedan estas cosas? Porque lo doloroso es que la propia FAB aprobó a estos jueces en 2013, y reconoció a la AJB como único ente fiscalizador de la provincia. Ahora espera un doble trabajo: deshacer lo mal hecho y hacerlo bien, porque la culpa nunca es del chancho, sino quien le da de comer.

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