Las palmeras son plantas con una gran riqueza en especies y cada una con detalles propios. Otorgan un especial encanto a los lugares donde se plantan y no requieren grandes cuidados
Sus lugares de origen son zonas tropicales y subtropicales, y los usos que hacen de ellas son múltiples en los distintos pueblos de los trópicos, ya que sirven como alimento los cocos comestibles, para hacer casas, barcos, techos, cestos, sombreros, ropa, cuerdas, papel, cera, se utiliza su madera, sus fibras; se obtiene aceite, vino, licor, miel y azúcar. El aire exótico que les dan a nuestros jardines, patios, terrazas o interiores hacen de la especie una de las preferidas por su toque de distinción. Por ejemplo, una palmera solitaria, aislada en el jardín, es muy elegante. También queda muy estético un grupo de tres unidades de la misma especie con distintas alturas. Cerca de la piscina generan un ambiente tropical y además no ensucian el agua tirando hojas como los árboles. Cultivadas en macetones las podemos sacar en primavera y verano al jardín, terraza, porche o patio, y resguardarlas cuando lleguen los fríos. En interiores resultan muy vistosas y tremendamente agradecidas. Antes de plantar una palmera conviene tener en cuenta varios aspectos: Que tenga espacio suficiente. Porque un error muy frecuente es, por ejemplo, plantar una palmera canaria (Phoenix canariensis) en un sitio estrecho, cerca de una pared o pegada a árboles. Se planta pequeñita, pero cuando se hace adulta tiene 8 metros de diámetro de copa. La especie o especies elegidas deben aguantar el frío que pueda hacer en la zona. Esto es evidente. No plantar afuera, por ejemplo, una Kentia, si el clima no lo permite. En tanto que si el suelo es arcilloso o tiene un mal drenaje, conviene elegir especies más resistentes y mejorar esta característica aportando arena, materia orgánica, nivelando, colocando tubos de drenaje y controlando el riego. Las palmeras aguantan mejor la sequía que el exceso de agua. También hay palmeras que prefieren la sombra total o parcial. Por ejemplo la Chamaedorea, Kentia, Areca, Rhapis. Mejor no plantarlas a pleno sol para que no se “quemen” sus hojas; si bien es cierto que pueden aclimatarse al pleno sol. Si el suelo es salino, o el agua de riego, hay que elegir especies de palmeras más resistentes a esta circunstancia. En general, las palmeras resisten relativamente bien el problema de la salinidad que tienen algunos suelos y aguas, pero unas especies más que otras. Entre ellas: Butia capitata (Butia); Chamaerops humilis (Palmito); Phoenix canariensis (Palmera canaria); Phoenix dactylifera (Palmera datilera); Trachycarpus fortunei (Chámerop); Washingtonia filifera (Wachintonia) y Washingtonia robusta (Wachintonia) Si las compramos en macetas de plástico, se pueden plantar en cualquier época del año, evitando los momentos de más frío del invierno y de más calor en verano. En maceta prenden todas, ya que las raíces no sufren. Si acaba de ser extraída de la tierra y viene con un pan de tierra pegado a las raíces o con las raíces peladas, es muy importante que la plantemos a finales de primavera o en verano, ya que necesitan una temperatura elevada para emitir raíces. Si las plantamos en otoño o en invierno hay más riesgos de que no prendan, aunque esto también depende de la especie de que se trate. Para plantarlas conviene cavar un pozo que sea amplio; en realidad, cuanto mayor sea, mejor. La tierra que hemos extraído del pozo hay que mezclarla bien, con un abono orgánico (estiércol, mantillo, turba). Esto es una cosa que mucha gente olvida: hacer un buen abonado orgánico en la plantación. Con ello conseguimos mejorar la tierra en varios aspectos. Más adelante será conveniente realizar abonados minerales, también llamados químicos. La cantidad de abono orgánico puede ser unos 2 o 3 kilos de estiércol, turba, mantillo, y si el suelo es muy malo, pobre, arcilloso o arenoso, conviene aumentar esta dosis y echar 3 o 4 kilos de abono orgánico. En el momento de la plantación es mejor hacer este abonado orgánico que uno mineral, aunque también podría complementarlo con unos 20 o 30 gramos de abono mineral N-P-K tipo 15-15-15 u otro de liberación lenta. Si deseamos que una palmera o cualquier planta crezca más rápido, hay que abonarla más y regar en forma regular. Por último, conviene que las palmeras que se plantan se mantengan un mínimo de 6 meses con sus hojas (palmas) envueltas y atadas hasta que esté bien enraizada en su nuevo emplazamiento. Se suele recomendar dejarla atada un año, pero con 6 meses es suficiente. Cuando observemos en el centro de las palmas asomar las puntas de hojas nuevas, será la señal de que ha prendido y comenzado a enraizar.

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