Al evocar la ilustre figura de Sarmiento en el nuevo aniversario de su tránsito a la inmortalidad celebremos el Día del Maestro, pletóricos, de sublime recuerdo y de afectuosa gratitud. El maestro es el benefactor más grande que tiene la humanidad. Él es el que eleva la luz de su noble saber a todos los ámbitos de nuestro territorio y el que mantiene siempre viva y latente la mística de la argentinidad. El maestro es misionero de la patria y apóstol de la doctrina de Cristo. Su misión se encuadra en el generoso principio cristiano de solidaridad humana, que suprime la diferencia de clase en todos sus aspectos y funda los ideales y objetivos en una sola finalidad: la felicidad del pueblo y la grandeza moral y espiritual de la Nación. Con la fe inconmovible de los pueblos que no se detienen en su andar luminoso, formulemos cálidos votos porque el recuerdo de Sarmiento inspire y aliente la misión de la docencia argentina, con la luz resplandeciente de la ejemplaridad de su conducta que es patrimonio de las almas elegidas.
Raúl A. Valcart