El deporte similar al voley, adaptado para mayores, se ofrece en las Estaciones Saludables y polideportivos dependientes del Gobierno de la Ciudad. Su Secretaría de Deportes organiza la Liga Porteña, donde participan más de 150 jugadores.

Cada vez más se practica el newcom entre las personas mayores en las Estaciones Saludables y polideportivos de la Ciudad de Buenos Aires, una actividad impulsada por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Se trata de un deporte similar al vóley, adaptado: hay seis jugadores de cada lado de la red, la pelota se puede agarrar, se permiten hasta dos pases y se suma un punto cada vez que el balón toca el suelo.

Isabel se marcha alegre, entre risas y bailando, con sus amigas. Tiene 70 años y con ellas pasó las últimas dos horas del lunes más frío del año jugando al newcom en la Plaza Aristóbulo del Valle, en el barrio porteño de Villa del Parque. “He llegado a comprender la pasión del fútbol. Si estoy medio renga, me pongo una venda y vengo igual”, dice.

Daniel Romero es profesor de educación física y está a cargo de la clase de newcom en la Estación Saludable de Aristóbulo del Valle. También encabeza las de stretching (elongación) y trabaja en Plaza Houssay y Parque Chacabuco. Sostiene que lo más importante es la socialización: “Mucha gente que viene acá, que solamente eran vecinos, terminan haciéndose amigos, que es lo más importante, o, por lo menos, lo que yo busco con esta actividad”.

“Mi foco está en que la gente se pueda conocer y pueda formar lazos”, detalla. Hace tres años se comenzó a practicar este deporte en la plaza de Villa del Parque. En ese tiempo, cuenta Daniel, no solo se formaron amistades, sino también parejas.

“Acá hay mucha gente buena”, apunta Isabel, que empezó a jugar al newcom después de la pandemia aquejada por dolores musculares. El médico la mandó a hacer una actividad y así descubrió este deporte que, además de brindarle movilidad, le sirvió en la parte cognitiva: “Habíamos estado mucho tiempo encerrados y necesitaba la reacción del cuerpo”.

Esta disciplina se creó en el ocaso del siglo XIX en Estados Unidos. Adoptó el nombre del colegio donde ejercía Clara Gregory Baer, la profesora de educación física que lo ideó y, si bien fue concebido para jóvenes estudiantes, alcanzó un amplio grado de popularidad entre las personas mayores. En la Ciudad, se practica en nueve polideportivos repartidos por todo el territorio porteño y en seis Estaciones Saludables: además de Aristóbulo del Valle, asimismo se juega en Plaza Houssay y en los parques Avellaneda, Saavedra, Los Andes y de los Patricios. Allí también se dictan clases gratuitas de ritmos, danza, Tai-Chi y yoga, además de talleres cognitivos, de cerámica y de dibujo, entre otras propuestas.

Además se realizan encuentros entre las Estaciones, los clubes y polideportivos del barrio y la Secretaría de Deportes del Gobierno de la Ciudad organiza la Liga Porteña de Newcom, un evento que reúne más de 150 jugadores.

Antes de empezar la clase, el profesor explicó las reglas que van a poner en práctica cuando sean anfitriones del intercambio con los clubes Parque, Racing y el polideportivo Pomar el próximo viernes: no podrá lanzarse “de gancho” y solo podrán tener la pelota en las manos por cuatro segundos. Recién entonces comienza el partido. Los puntos se cuentan en un marcador de madera que llega hasta 15. Cada vez que termina un set, cambian de lado. Cada tanto vale, entonces discuten toda vez que la pelota pica cerca de la línea. “Buena”, gritan desde la otra punta. “Fue mala, estoy al lado”, retruca el jugador más cercano al pique. La honestidad prevalece siempre y antes de sacar ya están riendo todos.

“La idea del torneo es la misma: generar un punto de encuentro con vecinos de otros clubes, de otros parques; que se puedan juntar entre ellos y puedan tener un tercer tiempo para comer y compartir”, señala Daniel.

“El deporte transforma, incluye, genera cultura y valores éticos, y contribuye a construir una sociedad mejor”, dijo el Jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri. Eso mismo también quiere inculcar el profesor en los jugadores: “Me gustaría que se vayan con valores de la clase, como son el respeto, el compañerismo y el trabajo en equipo”.

Aprendemos a conectarnos, a considerar al otro. Sabemos sus virtudes y sus defectos y nos ayudamos. Y lo importante de esto es que, cuando jugamos sin tantos, celebramos el crecimiento del otro”, indica Isabel mientras enumera las ventajas del deporte.

La jugadora no advierte sus 70 años: “Me siento vital, siento mi cuerpo más elástico. Me siento tan libre que a veces bailo en la cancha. Y eso me lo dio el newcom”. Antes, narra, le preocupaba el qué dirán, pero ya no sucede: “Contagio mucho la locura que tengo”.

Isabel se define a sí misma como una apasionada. “Mi parte cognitiva está totalmente despierta gracias a la actividad y mi parte emocional está muy bien porque tengo compañeras que son excelentes”, asegura. Después de jugar, suelen hacer mateadas, meriendan o simplemente caminan. El lunes más frío del año se van bailando al ritmo de la música que emana de la Estación Saludable de la plaza Aristóbulo del Valle. Cuando se despidan, sabrán de antemano que ése será el lugar de su próximo encuentro.

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