El Espacio Cultural Benigno tiene más de un siglo. Por su escenario pasaron figuras de la talla del guitarrista Guillermo Barbieri, el poeta Homero Manzi y Libertad Lamarque.

El Espacio Cultural Benigno de Parque Patricios es un reducto en el que la cultura aflora por todos los rincones. Reuniones, festejos, tango, café, clases, presentaciones artísticas. Todo eso y mucho más encontramos al llegar a ese maravilloso lugar ubicado en la avenida Chiclana 3045, entre La Rioja y General Urquiza.

Benigno es una casa de Parque Patricios, con algo más de 100 años de antigüedad que, aunque reciclada y transformada, contiene en su construcción el semblante de la Buenos Aires de los años 20.

Allí, a través de distintos docentes de música, plástica, danzas o cualquier otra actividad relacionada con las artes, se produce el desarrollo social y cultural. Hay talleres, charlas, debates, muestras plásticas, fotográficas, clases de idioma y audiovisuales.

El Bar de Benigno fue un reducto de “pesos pesados”. “Allí -según relata el ingeniero Manuel Vila, vecino de Parque Patricios- se lucía el Zurdo Franco, que tocaba el violín al revés, y el Negro Eduardo, bandoneonista que sería el primer Director de Orquesta de color. Además cantaba y tocaba la guitarra Guillermo Barbieri, el guitarrista de Gardel. Era habitué Armando Discépolo, que vivía con su hermano Enrique, en Rioja, a dos cuadras. José González Castillo y Homero Manzi recuerdan en sus escritos a Arturo ‘La Vieja’ Severino con su orquesta y la de señoritas, como las de más éxito en ese entonces. Libertad Lamarque, luego de actuar en el Rivas, cantaba en el café, y luego pedía compañía para ir a Barracas. Así conoció a su esposo Alfredo Malerba. Sobre su palco recitó Celedonio Flores, como luego lo haría Julián Centeya”.

Según relató el ingeniero Manuel Vila, a cargo del Foro de la Memoria, “entre 1887 y 1889 llegaron a Parque Patricios, cuando aún era el Matadero de los Corrales, cuatro hermanos originarios de Orense de apellido Fernández. Sus nombres: Benigno, Andrés, Generosa y Manuel. Instalaron en Rioja 2177 una fonda y café, que llevó el nombre del mayor de los cuatro: Café de Benigno, aunque Manuel era quien lo administraba. Un hijo suyo, de apodo Pepe, quedó al frente del negocio en 1926, momento en que ya se había transformado en un templo tanguero. Afectado por la pérdida de su visión, Pepe transfirió el café en 1936, a un cuarteto de socios Florentino, Castro, Eugenio Alen y Manuel Salvador Lemos. En 1958, el Café de Benigno cerró sus persianas definitivamente”, según nos cuenta la historia.

Durante los años en los que funcionó como bar, “los jugadores de Huracán lo eligieron como reducto previo y posterior a los partidos. En el pizarrón se anotaba el resultado y se disfrutaban los éxitos como el del campeonato de 1928. En su vidriera se sentaba Herminio Masantonio, admirado por todos. Allí debutó Hebe Bedrune, por enfermedad de su padre, siendo la única directora de orquesta típica conocida. Allí reclutaba militantes radicales el juvenil Homero Manzi. Sobre sus billares brindaron exhibiciones notables los hermanos Navarra. Alfredo Barbieri alegraba sus noches”.

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