El presunto homicida del teniente primero Néstor Aranda, durante una toma de rehenes en Banfield, había sido excarcelado hace siete meses pese a tener tres causas. Dolor en la inhumación de los restos del oficial.
Los dos detenidos por el crimen del policía Néstor Aranda, asesinado de un balazo en la cabeza durante un asalto a una familia en Banfield, poseen prontuario con graves delitos como robo calificado y hasta secuestros extorsivos.
Fuentes policiales identificaron a los imputados como Pablo Ezequiel Jiménez (26) y Eduardo Luis Mora (19), éste último sindicado como el presunto autor material del asesinato del teniente primero que trabajaba en la comisaría de Villa Galicia, partido de Lomas de Zamora.
Según las fuentes, Jiménez salió de la cárcel hace casi dos años, el 11 de febrero de 2010, y tuvo varias causas: en 2004, una por secuestro extorsivo y otra por robo agravado por el uso de arma de fuego, en poblado y en banda; mientras que en 2010 fue detenido por un secuestro exprés.
Mora, señalado por los investigadores como el supuesto autor del disparo que mató al suboficial, estaba excarcelado desde julio pasado, pese a tener tres causas.
Las fuentes policiales consultadas indicaron que, en 2010, Mora fue detenido por un robo calificado por el uso de arma de fuego, en poblado y en banda y, el año pasado, sumó dos causas, una por amenazas agravadas, lesiones y portación ilegal de arma de guerra, y la otra por otro robo calificado.
Los restos de Aranda (48), quien se desempeñaba hace 24 años en la fuerza, estaba casado y tenía 7 hijos, fueron inhumados ayer en el panteón policial del cementerio de Avellaneda, en medio de escenas de profundo dolor.
El suboficial fue el primer policía en llegar por un llamado al 911 a un robo que se estaba cometiendo en un PH de la calle Miguel Cané al 800 de Banfield, donde dos delincuentes tenían capturada a un matrimonio y sus dos hijos, una chica de 15 años y un nene de 11.
Cuando Aranda se acercó al pasillo del PH, los ladrones salieron con la mujer y el nene tomados como escudos humanos y pese a que el policía no lo amenazó con el arma, recibió un disparo en la cabeza y murió en el acto.
Los asaltantes escaparon en un auto robado y con los dos rehenes, pero tras una persecución que culminó en la villa Los Ceibos, en inmediaciones del cementerio de Lanús, fueron detenidos y las víctimas liberadas.