Los investigadores del crimen de Sheila Ayala concretaron una serie de peritajes en el lugar del hallazgo del cadáver y si bien no trascendieron las conclusiones finales, en principio, las mediciones y otras medidas adoptadas confirmaron la hipótesis sobre desde donde arrojaron el cuerpo y el lugar donde quedó depositado hasta que pudo ser encontrado, luego de denunciarse su desaparición.
En tanto, la abogada de Leonela Ayala, tía de la víctima, denunció que la jóven está “quebrada” animicamente, ya que luego de dar a la luz a su bebé, a las pocas horas fue separada de su hijo y recluida en su lugar de alojamiento en la Alcaidía de La Plata. Esta falta de vinculación con la criatura fue interpretada como algo excesivo, pues no existe riesgo de fuga, será sometida a exámenos toxicológicos y también se la ha impedido el contacto con el resto de sus familiares, inluyendo sus otros tres hijos.
Ayer, el fiscal Gustavo Carracedo encabezó las diligencias y estuvo particularmente interesado en que se llevara a cabo una planimetría donde se encontró el cuerpo de la nena, en un sitio lindante con la vivienda de la tía de la víctima y su marido, ambos actualmente detenidos por el homicidio.
La labor, de la que participaron peritos de la Policía Científica, se concretó en el predio del barrio Campo Tupasy, ubicado en la esquina de Salguero y Aristóbulo del Valle, de San Miguel. ‘Se tomaron distintas medidas, como la altura de la casa de los sospechosos, el ancho de la especie de pasillo donde se encontró el cadáver y la distancia entre ambos’, se explicó.
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Según las primeras mediciones, la casa donde residen Leonela Ayala y Fabián González Rojas, mide 5,7 metros de alto, mientras que dicho ‘pasillo’ -es un hueco entre dos paredones- tiene 0,7 metros de ancho. A partir de estos, y otros datos surgidos de los peritajes, el objetivo del fiscal Carracedo es confirmar si Sheila Ayala fue arrojada al vacío desde el balcón del 2do. piso de la casa de los acusados, si esta vivienda fue la escena primaria del crimen y si fue allí u otro lugar de la misma construcción donde fue ocultado el cuerpo por algunas horas o días antes de descartarlo.
En ese sentido, los investigadores procuran determinar si las fracturas postmortem que tenía la niña en sus costillas se pudieron haber producido en esa caída.
También estuvo presente en el procedimiento, el abogado de la madre de la víctima, Martín Francolino, quien consideró que ya ‘no quedan dudas’ sobre la mecánica del hecho. Por su parte, Mónica Chirivín, una de los abogados defensores de Leonela Ayala, explicó que ya fueron notificados de otra batería de peritajes que se llevarán a cabo a partir de las semana que viene, entre ellos, los estudios toxicológicos y psicológicos.
Además, aclaró que la acusada ‘no consume alcohol, ni drogas’ y que ‘está quebrada’ anímicamente, ya que aun no tuvo contacto con su hijo nacido el sábado pasado, cuando ya estaba aprehendida por el crimen. La abogada recordó que la mujer tiene otros tres hijos menores de edad que quedaron al resguardo de familias de contención.
Chirivín se mostró conforme con el trabajo de la fiscalía que ‘está evacuando todas las citas’ de la indagatoria de Leonela Ayala en la que ésta se declaró inocente y presentó una coartada.
‘Estamos esperando los resultados del cotejo de ADN de las muestras tomadas de debajo de las uñas de Sheila y, entre otras cosas, el informe de la SUBE para demostrar el recorrido que hizo el día del hecho’, señaló la letrada. Chirivín se hizo cargo de la defensa técnica junto al abogado Hugo Icazati, quien dijo que la acusada ‘está muy angustiada’ y que ‘desconoce lo que pasó’ con su sobrina. ‘Vamos a esperar los resultados de los peritajes e intentaremos demostrar sus dichos’, afirmó. Sheila Ayala, de 10 años, desapareció el 14 de octubre último, alrededor de las 12, cuando jugaba con amigos en el predio del barrio Campo Tupasy, donde vivía con su papá. Tras cuatro días de búsqueda y acusaciones cruzadas entre los padres por quién podía tener responsabilidad en la desaparición, el jueves pasado un niño de diez años le avisó a la Policía que junto a su vivienda sentía ‘olor a podrido’ y los efectivos hallaron el cadáver adentro de una bolsa, en un sector donde se arroja basura entre dos paredones. La autopsia confirmó luego que la causa de muerte fue un estrangulamiento a lazo con un una sábana infantil que tenía anudada al cuello y no se encontraron lesiones de abuso, aunque el fiscal espera una serie de peritajes para ver si se trató de un ataque sexual no consumado.