El cortocircuito entre el oficialismo y la CGT por la no convocatoria a la reunión de este martes al mediodía preanunció el llamado al paro general del 25 de junio que por la tarde anunció el tambaleante triunvirato. En el gobierno sabían que no podían conformar a los jefes sindicales por el listado de reclamos presentado el último jueves en Casa Rosada y atribuyeron la decisión de llamar a una protesta a las diferencias en la conducción de la central obrera. Advirtieron que ninguno de los tres paros anteriores “aportó una solución” y que la devolución de los fondos de las obras sociales entraría en stand by a causa del fracaso de la negociación.
Poco antes del mediodía se confirmó la suspensión de la reunión en Trabajo que, en verdad, nunca estuvo confirmada tal como informó este diario en su edición de ayer. Hubo acusaciones cruzadas sobre la responsabilidad del desencuentro: cerca del ministro Jorge Triaca avisaron que en la noche del lunes se notificó de la misma a los triunviros Juan Carlos Schmid, Héctor Daer y Carlos Acuña y desde la sede de calle Azopardo desmintieron la versión.
Lo cierto es que los dirigentes llegaron a la reunión de comité ejecutivo de la central obrera con “todo cocinado”, como alegaron después: el encuentro duró apenas 40 minutos, Daer oficializó la fecha de la protesta para el lunes 25 y hubo algunas críticas al gobierno. Schmid dijo que la retención de los fondos de las obras sociales “era una medida extorsiva” por parte del oficialismo.
Tras el encuentro, los integrantes del triunvirato ofrecieron una conferencia de prensa. Los jefe sindicales reiteraron que el paro será sin movilización -”nunca estuvo en consideración”, dijeron desde dentro de la central obrera- y marcaron diferencias con Hugo Moyano y su protesta convocada para mañana en alianza con la CTA. “Son estrategias diferentes”, blanqueó el titular de Dragado y Balizamiento.
Lo cierto es que en el seno de la central obrera hubo una intención de no quedar pegados al moyanismo que, sin embargo, ayer tuvo presencia en Azopardo con la presencia de “Huguito” Moyano y Omar Pérez que, a su modo, “intentaron capitalizar la protesta”.
Aventando versiones que hablaban de una posible no adhesión de los colectiveros, la poderosa CATT (gremios del Transporte) rápidamente anunció su adhesión a la medida de fuerza.
En el gobierno, como era de esperar, salieron a rechazar la medida. “Es innecesario, no resuelve los problemas de los trabajadores y va contra la voluntad del gobierno de dialogar. Ya demostraron con los tres paros anteriores que no se resuelve nada”, contó a este diario un integrante del gabinete consultado.
Acerca del planteo de la CGT de pedir un compromiso antidespidos, la devolución de los recursos de las obras sociales, el rechazo a la reforma laboral, paritarias libres y la eliminación de Ganancias para el aguinaldo, el funcionario admitió que no había acuerdo sobre esos puntos. “No hay crisis de empleo, entre abril de este año y el de 2017 se crearon 13 mil puestos nuevos de trabajo, no hay despidos masivos, piden descuento de Ganancias para los que ganan más de $40 mil y no los salarios menores, con un costo fiscal de $8 mil millones, y estábamos negociando la devolución de los fondos de las obras sociales y ahora habrá que ver cómo se sustenta este tema ante el fracaso de la negociación”, explicó la fuente consultada.
Para el gobierno, la convocatoria a la protesta se explica desde “las diferencias internas. Se presionó desde el moyanismo por el lado de Schmid y las diferencias internas logran atenuarse con un objetivo común como es el paro”.
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