El fallido debate sobre la exclusión de Julio de Vido de la Cámara baja le sirvió al oficialismo para reinstalar en un primer plano la discusión sobre la corrupción a pocos días de las elecciones. Con todo, las encuestas siguen mostrando una polarización de Cambiemos con Unidad Ciudadana, pero siempre con Cristina primera.

Promediaba el gobierno de Néstor Kirchner y la entonces diputada duhaldista revelaba una realidad sorprendente: “Si ustedes escuchan a los intendentes, ya no dicen ‘la vida por Perón’.. Es ‘viva De Vido’, sin vueltas”. Habitante del oeste del Conurbano, la entonces legisladora que nunca se sumó al kirchnerismo, pintó con claridad un cuadro que con el tiempo muchos ajenos terminarían de comprender y que por estos días explica muchas cosas. El entonces ministro de Planificación Federal era la mano ejecutora del plan de Néstor Kirchner para generar poder, basado en una premisa de la que ya alguna vez hemos hablado: “Caja, e intendentes del Conurbano”. Y en ese contexto, el entonces ministro era un interlocutor habitual de esos intendentes que le permitieron al santacruceño derrotar a Duhalde y quedarse con el PJ bonaerense.

Ese estado de situación obviamente se extendía a las provincias, cuyos gobernadores cautivaron una relación de conveniencia y beneficios mutuos con el gobierno nacional en general y el ministro Julio De Vido en particular. Es lo que explica en gran medida el resultado de la votación en la que se decidió la suerte legislativa de uno de los dos ministros que transcurrieron los doce años kirchneristas.

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Como anticipamos oportunamente, en el seno del gobierno el resultado con De Vido terminó generando una sensación ambivalente; por un lado, reconocen que a ningún oficialismo beneficia perder votaciones -en este caso la ganó, pero no con los votos necesarios, lo cual es lo mismo-, pero el efecto generado fue tal vez más conveniente que una exclusión que hubiera capitalizado también el massismo, autor del dictamen que se usó para ir por la cabeza del ex ministro. Con el resultado final previsto con varios días de antelación, se preparó el camino para dejar bien expuestos a los que terminaron votando en contra y, aunque se resistan a admitirlo, salvando a De Vido. Que fueron más de los previstos inicialmente, con un trostkismo que como siempre terminó votando en contra, pero también con casos puntuales que concluyeron alineados con el kirchnerismo. A dos semanas de las elecciones, nada mejor que tener claras las cosas.

Los diputados de los Rodríguez Saá terminaron votando en contra, en lugar de la abstención que se imaginaba podrían adoptar. Confirmaron su insólito alineamiento con el Frente para la Victoria con el que estuvieron 12 años enfrentados, producto ahora de la alianza del gobierno nacional con Claudio Poggi, gobernador puntano entre 2011 y 2015, devenido ahora en rival de temer de quienes en su momento lo habían elegido como delfín. La votación exhibió también a los gobernadores en los que puede confiar el gobierno y los que no. Del primero de esos lados se ubicaron el cordobés Juan Schiaretti, más allá de algunos chisporroteos de estos últimos días, que aportó 7 votos; el salteño Juan Manuel Urtubey (3 votos), y hasta el chubutense Mario Das Neves, de áspera relación con la Casa Rosada, pero cuyos diputados votaron contra De Vido. De los no peronistas, el de Neuquén confirmó su buena sintonía, y el de Misiones cumplió a medias: sus tres diputados faltaron. Fue más de lo que se esperaba, pues en la previa se decía que en función de sus compromisos de antaño con De Vido darían un discurso contrario a su exclusión y luego se irían.

El gobierno no podía esperar nada del formoseño Gildo Insfrán, tampoco del tucumano Juan Manzur, que tuvo un período de luna de miel con el oficialismo que ya concluyó, igual que la catamarqueña Lucía Corpacci. Gobernadores “amigables” como el entrerriano Gustavo Bordet, el chaqueño Domingo Peppo, o el sanjuanino Sergio Uñac, casi no manejan diputados. Gustavo Martínez Campos, el único que le responde al gobernador del Chaco, se ausentó. El de La Pampa, Carlos Verna, mantiene una relación tensa con el gobierno nacional, pero nunca se llevó bien con el kirchnerismo. De sus dos diputados, uno faltó y el otro se abstuvo.

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Los del Frente Cívico por Santiago fueron muy kirchneristas en la era K, y mostraron predisposición a seguir siendo oficialistas con este gobierno, aunque no han mostrado el nivel de adhesión que tenían con el kirchnerismo. De hecho, su líder, Gerardo Zamora, se mantiene dentro del bloque PJ-FpV en el Senado. Ahora eran claves para un triunfo del oficialismo, pero ni siquiera se ausentaron: votaron en contra.

Los que le reprochan al oficialismo no haber hecho los esfuerzos necesarios para llegar a los dos tercios mencionan puntualmente a santiagueños y misioneros. Hubiera necesitado más que eso el gobierno. Con todo, no pasa desapercibida en la búsqueda de votos la ausencia clave de Emilio Monzó, indispensable para ganar cualquier votación: el presidente de la Cámara recién volvió del exterior el día de la sesión. También se menciona la ausencia en las negociaciones del ministro del Interior, Rogelio Frigerio. La disposición fue tomada en la Rosada, trascendió. “Todas estas negociaciones no le salen baratas al Ejecutivo, y esta era una ley de significado moral”, explicó a este medio un funcionario de la Casa Rosada. Traducción: no se justificaba hacer ningún esfuerzo fiscal para echar a De Vido.

De hecho, tener al ex ministro kirchnerista en la Cámara baja sigue reportándole “beneficios” a Cambiemos, por lo que él representa. Las viejas caras sirven de “ayudamemoria” frente a la versión “hada buena” que trata de imponer Cristina Kirchner en esta campaña.

Hubo otros sectores que quedaron expuestos, como el bloque Justicialista que preside Oscar Romero y co-lidera Diego Bossio. Si bien desde esa bancada habían anticipado el respaldo a la expulsión de De Vido, solo 4 votaron en ese sentido (Bossio y los salteños de Urtubey), 5 lo hicieron en contra, uno se abstuvo y 7 faltaron.

Sin ningún rédito para obtener, desde el Frente Renovador no le encontraban sentido a ir a la votación a perder. Lo señaló Graciela Camaño, que así se lo hizo saber la noche anterior a Mario Negri. “Le dije que esto era innecesario. Es el primer round que les ganó Cristina”. Para la presidenta del bloque massista, “esto para el gobierno es una victoria pírrica”. Lo mismo puede decir el kirchnerismo.

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Amén de esos reproches, el massismo quedó feamente expuesto en plena sesión al trascender los detalles del correo remitido por Sergio Massa a sus diputados la noche previa, en donde indicaba la manera como tratarían de sacar rédito de esa sesión y cómo buscarían emparentar al oficialismo con el FpV. Pero la difusión no alteró sus planes y el líder del Frente Renovador apareció por la noche calificando a Cambiemos y el kirchnerismo como “la misma porquería”. Idéntica definición utilizó dos días después su cuñado y senador provincial Sebastián Galmarini, mientras que Margarita Stolbizer concluía que la intención oficial era agitar el fantasma De Vido para “ocultar los problemas de la gente”. Felipe Solá sostuvo por su parte que el resultado mostraba una “ineptitud de Cambiemos para negociar”.

Fuentes del oficialismo atribuyen la virulencia de las críticas de 1País hacia ellos a “la comprobación de que les está yendo mal en las encuestas”. Si se les da crédito a esos mismos sondeos, no se ha conocido aún ni siquiera uno que muestre a Cambiemos por sobre Cristina Kirchner en la provincia de Buenos Aires. Un trabajo conocido el viernes de Query Argentina, la consultora de Gustavo Marangoni, muestra a la ex presidenta con 37,4%, contra un 34,1% de Cambiemos. La diferencia creció más de 3 puntos en julio. Los candidatos Massa-Stolbizer van allí terceros, con 14,1%, casi un punto menos que el mes anterior.

Los rostros y actitudes en el oficialismo denotan la preocupación por un nivel de competitividad de la ex presidenta que no se ve disminuido. La táctica silenciosa y mesurada de CFK parece seguir dando resultados. Tan silenciosa está que en no se escucha su voz ni siquiera en los spots, donde por el contrario aparece “gente común” expresando críticas al gobierno de las que se escuchan a diario...de parte de gente común.

Si hasta la versión edulcorada de Cristina Kirchner incluye moderación a la hora de criticar: “El conductor está equivocado”, deslizó en la semana en referencia a la situación de las PyMEs, durante una visita a Moreno.

Preocupada, pero lejos de mostrarse pesimista, una alta fuente de la campaña bonaerense de Cambiemos minimizó ante DIARIO POPULAR el valor de esos sondeos y aseguró que a dos semanas de las PASO el 65% de la gente no tiene resuelto el voto.

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