Suelen ser voluntarios y militantes, aunque muchos sólo tienen participación política partidaria el día de los comicios. Pero a los reincidentes, esos que  ya tienen varias elecciones encima ¿qué los empuja a pasar ese domingo eterno en una escuela, a tener la picardía de llegar antes para sentarse al lado del presidente de mesa, a pelear por una boleta rota?      

Escoltas, protectores, custodios de los votos. Ese, nada más y nada menos, es el rol de los fiscales electorales. Su función es indispensable para garantizar la transparencia de los comicios en general y preservar los votos del partido que representan en particular.

A diferencia de las autoridades de mesa designadas (presidente y vicepresidente), que son imparciales, los fiscales son partidarios. En cada mesa, sólo puede haber un fiscal por partido. Además, en las escuelas suelen deambular los llamados “fiscales generales” que tienen como función coordinar a los fiscales de mesa. A los partidos “chicos” suele costarles mucho más abarcar todo el territorio electoral y tener un fiscal por mesa y un fiscal general por escuela: optan entonces por cubrir las mesas y que los fiscales generales deambulen por distintas escuelas.

La responsabilidad de los fiscales de mesa es tan o más importante que la del presidente de mesa: es el contralor, también, de que los comicios funcionen con normalidad. Para eso, el domingo de la elección deben llegar a la escuela asignada incluso antes que las autoridades de mesa, por si alguna ausencia requiere reemplazo, por ejemplo.

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Diario Popular conversó con varios fiscales (algunos con varias elecciones encima y otros que debutaron este año) para saber qué los motiva a comprometerse de tal manera, en una sociedad en la que muchos votan por obligación más que por derecho y en la que también un gran porcentaje de quienes son citados a ser autoridades de mesa se excusa de cumplir con esa obligación (en las últimas PASO, a 15 días de los comicios, el 46 por ciento de los citados en la provincia de Buenos Aires se excusó o no se encontraba en el domicilio cuando le llegó la citación).

El “milagro para Altamira” fue lo que motivó a Sabrina Krahn, a los 21 años, a ser fiscal por primera vez en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias 2011. “Tenía muchas expectativas en la alianza que se había creado como Frente de Izquierda y de los Trabajadores. La izquierda tenía que pasar el 1,5 por ciento y parecía muy difícil de lograr, entonces decidí que era necesario poder cuidar las boletas y los votos que tengamos para poder participar del debate en las generales de octubre”, cuenta a DIARIO POPULAR.

Dos años antes, Xoana Ferraro Torres hacía lo propio, en el debut de las PASO en el sistema electoral. Tenía 25 años y sentía que “valía la pena la experiencia”. “Era mi primera vez defendiendo voto a voto una elección que se veía reñida desde los medios, y desde la calle otro tanto”, detalla, quien vivió los primeros comicios desde adentro en una escuela de Almirante Brown, fiscalizando para el Frente Para la Victoria.

Para Lautaro Pirraglia (26), la primera vez fue este año, en Temperley, Lomas de Zamora. Como militante de Patria Grande, le tocó iniciarse en una tarea nada fácil: ser fiscal general con 14 escuelas a cargo. Se pasó gran parte del día de acá para allá asegurándose que no les faltara nada a sus fiscales.

Rosaura Barletta tiene 24 años. Para ella, participar de los comicios es “un poco oponerse a la prepotencia de los fiscales del Pro y el Frente para la Victoria”. Rosaura simpatiza con el Partido Obrero y fiscaliza para el FIT. Su rol es el de fiscal general porque, claro, el partido que representa no tiene los fiscales necesarios para completar uno por mesa. Disfruta de “correr de un lado a otro para poder tomar la mayor nota posible de lo que pasa una vez que comienza el escrutinio”. Como Lautaro, tuvo en bajo su responsabilidad más de 10 mesas.

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La pelea por los votos

“Durante el escrutinio, el presidente de mesa no sabía que se podía cortar boleta ni votar por categoría. Me tenía que poner firme a cada rato e incluso defender no sólo las boletas de Patria Grande, sino las de otros partidos”, recuerda Lautaro.

En general, los fiscales llegan al día de la elección con una información más completa que la de las autoridades de mesa. La razón es obvia: si bien ambos tienen capacitación gratuita, los fiscales partidarios deben defender votos, mientras que el presidente de mesa está allí para cumplir con un deber. Los partidos políticos suelen organizar jornadas de capacitación presenciales donde no sólo les explican a los fiscales su trabajo, deberes y derechos, sino también distintas situaciones irregulares que pueden presentarse (como un votante con un DNI que no figura en el padrón) a las que deben prestar atención y exigir que se les respete su palabra.

Gabriela Jan, de 23 años, no tenía intención de ser fiscal en estas últimas PASO, pero se podría decir que terminó siéndolo “por amor”. El novio milita en La Cámpora de San Isidro y, a último momento, se bajaron muchos fiscales. Por lo que Gabriela accedió a fiscalizar para Unidad Ciudadana. En el cuarto oscuro descubrió un detalle que a veces “pasa”: había boletas de Cambiemos que no pertenecían al partido de San Isidro, sino al de Vicente López. Gabriela tuvo que hacer esa aclaración en el escrutinio y, así, se anularon un par de votos.

Rosaura recuerda una situación más heavy. La primera vez que fue fiscal, en una escuela de su barrio, en Isidro Casanova, partido de La Matanza, sufrió el increpe de una fiscal del FPV. “Cuando había tomado nota de todos los resultados, en una mesa pedí al presidente de mesa que firme mi planilla para poder ir a otra mesa. La fiscal del Frente para la Victoria me dijo que no podía porque no todos habían tomado nota, le dije que sí y me increpó como avanzando sobre mí”, detalla. La increpadora tenía unos 60 años, contra los veinte y piquitos de Rosaura. Con susto pero sin dudar, Rosaura la enfrentó y finalmente logró lo que necesitaba.

Para Marisol Menéndez (35 años), “fiscalizar en el conurbano tiene una ‘mística’ que la Ciudad no tiene, es más picante”. Ella tuvo que vivir varias situaciones picantes. Una vez, una señora fue a votar con un documento viejo (figuraba en la planilla que había sacado quintuplicado y tenía un original). Marisol quiso impedir que vote (como lo establece la Ley electoral) y la mujer comenzó a gritarle. “Me señalaba con el dedo en la cara, yo sentada y ella parada enfrente a los gritos”. ¿Quién se supone que debe ponerse firme en esos casos? El presidente de mesa, que es la mayor autoridad. “Al presidente de mesa le daba lo mismo, esa es otra de las razones por las que los fiscales son importantes. Yo no sabía qué quería votar ella, pero defendía las reglas del juego, no a mi partido”, dice Marisol. Otra vez, tuvo que soportar a un fiscal general de otro partido que les exigiera al resto de los fiscales, incluida ella, los documentos. Ante la negativa de todos, intentó impugnar la mesa. “Estaba colocadísimo y rabioso, su partido se jugaba mucho esa elección y parecía que iban a perder. Se lo llevaron los de su partido, pero quedamos temblando”, recuerda.

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Para Sabrina, ser mujer, joven, de Izquierda y medir 1.50 siempre le jugó en contra. “Siempre fui a barrios medios pesados y con todas mis características, siempre los punteros me buscaban boludear y desautorizar”, cuenta a Diario Popular. La llaman “pibita”, “chiquita”, pero ella tiene muy en claro la importancia de su rol. “El convencimiento político y militante puede mucho más y siempre al final de la jornada me terminaba haciendo respetar, incluso hasta me preguntaban qué se debía hacer en determinadas situaciones”, concluye.

Bárbara Robledo, de 29 años, también tuvo que pasar por situaciones incómodas. Recuerda “comentarios despectivos de los mismos votantes” hacia el Frente Para la Victoria, el partido para el que ella fiscalizó. “Para las presidenciales, la chica que fiscalizaba para el Pro ni siquiera había terminado el secundario y le pagaban como $500 por estar ahí y si bien tomábamos mates, hacía muchos comentarios súper despectivos hacia mi partido o reproducía el sentido común con frases del tipo: ‘No quieren laburar. Se les van a acabar los planes". Aclaración: para ser fiscal, no es necesario tener estudios secundarios, sólo saber leer y escribir.

Sorpresas en los sobres

La tendencia de poner cualquier cosa en un sobre, a modo de protesta o rebeldía tuvo su pico máximo en las elecciones de legislativas de 2001, con el famoso “Que se vayan todos” como castigo al gobierno de la Alianza que comandaba Fernando de la Rúa. Ese año las más de 10 millones de abstenciones, votos en blanco o nulos fueron la primera fuerza electoral a nivel nacional.

Al momento de fiscalizar, los fiscales y presidentes de mesa no sabían con qué iban a encontrarse. Y hubo sorpresas de las más desagradables (desde fetas de fiambres hasta materia fecal envuelta en papel higiénico). A lo largo de los años, algún que otro votante sigue eligiendo esta manera de manifestarse.

Sabrina tuvo experiencias bastantes desagradables en este sentido: una vez, un preservativo que “parecía usado”. Otra, una notita que decía “qué buena que está la presidenta de mesa y las fiscales, les doy hasta que gane Altamira”. “Combinación misógina y encima banalizadora de la izquierda”, concluye ella.

A Rosaura no le tocó pasar por esas situaciones feas, pero sí por alguna graciosa. “Hay gente que deja notas fantaseando que van a llegar a andá a saber a quién, diciendo lo chorro que es el presidente o cosas así”, recuerda. Algo similar acota Marisol. A ella le tocó encontrarse con “cartas de puño y letra super largas”. Algunas, llegaban a dos páginas. “Da un poco de pena que no sepan que eso no lo va leer nadie”, dice. Pero también recuerda una oportunidad, en la que estaba de moda el ántrax “metieron un polvo planco”. “Hubo un poco de psicosis pero a esa hora ya estás pasado de rosca y ni te asustas, sos pura adrenalina”, aclara.

En las últimas PASO, Xoana encontró una boleta del frente britnificante (partido de Britney Spears imaginario que lanzó una campaña por Internet). “Una de mis amigas lo guardó con mucho amor porque nos divierte la página”, afirma.

Reincidentes

Con más o menos experiencia, con mejores o peores anécdotas, los y las fiscales entrevistados por Diario Popular coinciden en la contestación de la pregunta final: ¿Volverían a fiscalizar? Palabras más, palabras menos, la respuesta fue: “Absolutamente”.

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