A poco más de cinco meses de una nueva elección presidencial, las encuestadoras ya realizaron los primeros estudios para medir el nivel de conocimiento, la imagen de los dirigentes políticos, la intención de voto y las principales preocupaciones de los argentinos, entre otras cuestiones.
Los resultados no convencen a todo el mundo, sobre todo a los que quedan relegados, y la polémica se instala porque de un modo u otro los datos inciden en las decisiones de campaña, de cobertura informativa, de inversión y hasta de alianzas políticas.
En el último tiempo, el papel de las encuestadoras deja dudas, siendo abismales las diferencias que se marcan entre consultoras, lo que confunde y provoca su cuestionamiento. Pese a que se estima que cada candidato a presidente tiene, por lo menos, tres encuestadores fijos y un cuarto que funciona de "chequeador", en 2015, por ejemplo, la mayoría no supo ver la llegada de Mauricio Macri a la presidencia: gran parte de las consultoras daban como ganador y muy por encima a Daniel Scioli. Lo mismo ocurrió en Estados Unidos, con el arribo de Donald Trump, y en Brasil con la llegada de Jair Bolsonaro. En ningún caso pudieron ser prevenidos por las medidoras.
Uno de los mayores problemas tiene que ver con el corto alcance de las encuestas, ya sea por el rechazo del público al ser encuestados telefónicamente o la nula comprobación en el caso de los sondeos online. El tamaño de la muestra, por ejemplo, es fundamental, lo mismo que el margen de error, la metodología y la financiación. A esto se le suma la desconfianza ante la intencionalidad con la que las mismas actúan para posicionar a un candidato.
Básicamente, las consultoras utilizan cuatro tipos de encuestas: la presencial (el encuestador que timbrea en las casas), la telefónica con encuestador (CATI, por su sigla en inglés: Computer Assisted Telephone Interviewing), la telefónica realizada a través de una máquina (IVR, Interactive Voice Response) y la entrevista web asistida por computadora (CAWI, Computer Assisted Web Interview).
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Sofia D'aquino, de la consultora Taquion Research & Strategy, explicó, en diálogo con POPULAR, la forma en que llevan adelante los trabajos de cara a los comicios 2019. “Nosotros principalmente, tanto para las encuestas de imagen como para medir la intención del voto del ciudadano o para las de percepciones sociales, realizamos encuestas a nivel nacional, provincial o a nivel de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). Hacemos, como la gran mayoría, encuestas de opinión pública por IVR o por CAWI. La última que lanzamos sobre percepciones sociales, por ejemplo, fue a través de CAWI”.
La realidad es que con la fuerte pisada de internet y las redes sociales, el sistema IVR va quedando, cada vez, más antiguo. “Veíamos que los resultados no se condecían con lo que después era la realidad. Entonces empezamos a investigar los valores de CAWI que son más factibles y verdaderos y los comparamos con las pruebas que rastreamos a nivel online. Así, comparando y ajustando un poco la segmentación y la división de la población empezamos a ver que era mucho más viable las encuestas a nivel online que por IVR”, detalló D’aquino.
Taquion tiene en su haber un acierto importante: fue una de las pocas consultoras a nivel nacional que estuvo cerca de los resultados de los comicios legislativos de 2017. Si bien no acertaron el orden, pusieron a Cristina Fernández de Kirchner apenas 1,6 punto arriba de Esteban Bullrich y a Sergio Massa en un claro tercer lugar. Todas mediciones dentro de lo que se considera el margen de error.
Sin embargo, la politóloga es consciente de que es cada vez más difícil que la gente confíe en las encuestadoras. Si bien estamos en un año electoral, hay que tener en cuenta que aproximadamente el 25% de los ciudadanos elige su voto en el mismo cuarto oscuro o bien en la semana de los comicios.
“Esas encuestas sobre nivel de imagen o intención de voto son para el círculo rojo de la política, que dependiendo de eso se van modificando las campañas. Es más como una foto del momento, porque nosotros mismos lo vemos ahora, que realizamos encuestas a nivel semanal, cómo varía la imagen de cada candidato dependiendo del contexto en el que se vive en el momento”, aseguró D’aquino y agregó: “Hay una gran parte de la población que no se anima, aunque sea una encuesta anónima, a dar a conocer su voto o ciertos aspectos personales que pueden definirlo. Eso lo deciden cuando están solos en el cuarto oscuro. El margen de error está en la gente que, justamente, no da a conocer su voto”.
En este marco explicó que la desconfianza y las críticas surgen cuando se conocen los resultados y estos no condicen con las encuestas. “Ocurre lo que se llama a la guerra de encuesta, que es que todas salen todas las semanas y entre ellas varían mucho los números. Entonces lógicamente se terminan preguntando: '¿a quién le creo'”, indicó y agregó: “A esta altura de 2015 nadie daba de ganador a Macri. Nosotros fuimos una de las pocas consultoras que nos acercamos al valor. Tiene que ver con la realidad y el contexto social y económico; la gente cambia de opinión cada semana entonces una encuesta que daba un valor hoy en día de acá a un mes ese resultado es otro”.
Más allá de Taquion, hubo otras encuestadoras que midieron las legislativas de 2017:
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