La ubicación del archipiélago de las Malvinas es estratégica. Desde su descubrimiento fue un terreno anhelado por las potencias mundiales.

La ubicación del archipiélago de las Malvinas es estratégica. Desde los tiempos de su primera exploración y descubrimiento fue un terreno anhelado por las potencias mundiales. Estos son sus 500 años de historia.

Se suele hablar de las “Malvinas” como si se tratara de unos emergentes rocosos, con base de turba, inhóspitas y de clima riguroso en la que, prácticamente, es imposible el desarrollo de la agricultura y la ganadería y, por lo tanto, demeritando su importancia y el valor del insistente reclamo argentino por su soberanía.

Constituye ello un grave error aunque, por cierto, los mismos ocupantes ingleses ayudaron a construir esa idea tratando a sus habitantes como “kelpers” –un tipo de algas– y negándoles durante casi dos siglos, hasta hace muy poco, su carácter de ciudadanos británicos. Hablemos, en primer lugar, de su ubicación en el mapa.

En cualquier planisferio o globo terráqueo se las puede distinguir fácilmente. No hay, tan cerca del Continente Antártico, otras islas de sus dimensiones. Además, están a las puertas mismas del paso interoceánico que une al Atlántico Sur con el inmenso Pacífico.

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Ricardo de Titto

Ricardo de Titto

Se dice que el mismo Sebastián Gaboto las reconoció muy poco después del descubrimiento de América y hay mapas que atestiguan que, en efecto, allí estaban. Su importancia aumentó cuando la expedición de Magallanes y El Cano da por primera vez la vuelta al mundo.

Por entonces, con los laudos del Papa como mediador, dos países católicos se disputaban el descubrimiento de nuevas tierras: España lo hacía desde el Atlántico y hacia el oeste; Portugal, bordeando África y doblando el Cabo de Buena Esperanza. Pero ambos –además de la enorme sorpresa que fue encontrarse con América—intentaban llegar a las especias de China y la India.

Pocos años después, Francia, Inglaterra y Holanda, salen también a los mares a conquistar territorios; los dos últimos, protestantes, no reconocen las bulas papales como un límite.

Así, las Malvinas serán “Sebaldinas” para los neerlandeses u holandeses, “Malouinas”, para los franceses y “Falklands” para los ingleses, cuyas marinas salen a conquistar el mundo y ocupan territorios allí donde pueden.

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Aprovechando los permanentes litigios entre España y Portugal –como fue el caso de Río Grande en el sur del Brasil, las misiones jesuíticas de la Mesopotamia o la Colonia del Sacramento en el Río de la Plata- estas potencias del capitalismo mercantil trataron de apoderarse de las Malvinas y, en especial, los ingleses, que fueron desalojados por una armada española en 1774.

Dos años después la corona decide fundar el Virreinato del Río de la Plata con capital en Buenos Aires para “poner límites” a las ambiciones portuguesas en alianza con los ingleses. El Atlántico Sur, repitamos, era decisivo para dar la vuelta al mundo y la Patagonia y las Malvinas estaban casi despobladas u ocupadas por pueblos originarios de muy escaso desarrollo y número. Tanto es así que durante muchos años aparecían en los mapas como “terra australis incognita”, o sea, una zona desconocida o inexplorada.

Los españoles nombran autoridades y mantienen su dominio entre 1770 y 1811 hasta que la Revolución de Mayo designa un nuevo poder independiente de la Península que, además, es ocupada por el ejército de Napoleón. Las islas quedan deshabitadas hasta 1820 cuando las Provincias Unidas, por medio del gobernador de Buenos Aires, vuelven a poblarlas.

Soberanía argentina incuestionable

El 10 de junio de 1829 se designa un gobernador y comandante, el alemán Luis Vernet. Los derechos sobre las islas son incuestionables, se asientan en los mismos pliegos que respecto de todo el anterior virreinato. Esa población se mantiene e inicia algunos proyectos hasta enero de 1833 cuando las islas son ocupadas por la fuerza por una fragata inglesa. Por entonces el interés de esas aguas se centraba en la pesca de “anfibios” como la foca y los lobos marinos, y las ballenas.

La ocupación británica fue continua hasta abril de 1982 cuando la sorpresiva invasión argentina retomó el poder sobre las islas, que se mantuvo durante 74 días, 45 de ellos con combates navales y aéreos y guerra terrestre abierta, tema que se aborda en otros artículos.

Pesca, petróleo y ubicación estratégica

En el presente, la pesca es un recurso inmenso y la zona, considerada la mayor reserva ictícola del mundo, es visitada por miles de barcos cada año; se sabe también que la cuenca marina es una de las reservas petroleras más importantes. Por último, en caso de que un accidente o atentado impidiera usar el Canal de Panamá, se revitalizaría su importancia geoestratégica para la navegación interoceánica, tanto económica como militar.

Lejos están entonces, esas dos “hermanitas perdidas”, de ser montes desolados que, “tras su manto de neblina” están allí solo para albergar ballenas, pingüinos y paisajes rústicos y pintorescos.

La lucha por la soberanía argentina y contra el colonialismo imperial impuesto hace casi 200 años de ocupación por la fuerza tiene, en el siglo XXI, la misma vigencia de siempre, como derecho jurídico, político y geográfico irrenunciable.

Ricardo de Titto es historiador. Autor de “Malvinas. Breve historia de un enclave colonial” - Correo electrónico: [email protected]

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