En una reunión de "mesa chica" ampliada, el gobierno hizo caso omiso a la polémica por las declaraciones del ex presidente Eduardo Duhalde: confirmó las elecciones de 2021 y mirándolas de reojo, consensuó un ambicioso plan de seguridad con el gobernador provincial e intendentes del Gran Buenos para atender una de las mayores demandas de la sociedad.
La ya clásica "reunión de conducción" que celebra el presidente Alberto Fernández los martes en la residencia de Olivos, con Santiago Cafiero, Sergio Massa, Wado de Pedro y Máximo Kirchner, nuevamente se vio ampliada por la presencia del gobernador Axel Kicillof, de intendentes como Juan Zabaleta (Hurlingham), Mariano Cascallares (Almirante Brown), Fernando Espinoza (La Matanza), Jorge Ferraresi (Avellaneda) y ministros como Gabriel Katopodis (Obras Públicas) y Mario Meoni (Transporte).
Desde temprano en el Ejecutivo salieron a bajar la polémica por las curiosas advertencias de Duhalde, sobre un supuesto golpe de estado en ciernes para impedir los comicios del año próximo. Cafiero las tildó de "inapropiadas" y Wado de Pedro, responsable del comando electoral, garantizó el desarrollo de las PASO 2021 según fija el cronograma electoral con una declaración en sus redes en las que no se privó de pegarle a la oposición. "Con la gran cantidad de problemas reales que dejó el macrismo y los que trajo la pandemia, al país no le hace falta inventar los que no tenemos. El año que viene hay elecciones y estamos trabajando en el cronograma que fija la ley", fustigó.
Lo cierto es que en el larguero almuerzo de Olivos -se extendió con una sobremesa de casi 3 horas- no sólo se habló de las bravatas del ex intendente de Lomas de Zamora. También Kicillof aprovechó para sentar su posición sobre la necesidad de mantener el mismo estatus de la cuarentena en la Provincia. "La idea es seguir como hasta ahora. Y estamos atentos al panorama del interior, que es el que está cambiando", informó a este diario una fuente bonaerense al referirse al aumento de casos de Covid-19 en municipios que estaban en Fase 5. El mandatario provincial aprovechó para hacer "un repaso de agenda" con el jefe de Estado, incluida la preocupación por la inseguridad.
Es que el principal eje de discusión del cónclave de la residencia presidencial fue el de la seguridad. Frente al aumento del delito y al malhumor social que decanta este fenómeno, se decidió poner en marcha un ambicioso plan por la preocupación manifestada por los jefes comunales, que pidieron fondos para solventarlo.
Las negociaciones entre los tres niveles de decisión terminaron con la puesta en marcha de un programa de seguridad para el Conurbano. El mismo contemplará la incorporación de 2 mil patrulleros para la Policía Bonaerense, más equipamiento tecnológico de cámaras y botones de pánico para los municipios -con "paradas seguras"-, el lanzamiento del Plan Centinela 2 -con el que la Nación cede agentes de Gendarmería y Prefectura para la custodia de amplias zonas del GBA-, la refacción de 100 comisarías y la construcción de módulos carcelarios para minimizar el hacinamiento de presos en esas instituciones.
Por otra parte, el ambicioso plan prevé el "reclutamiento de 10 mil nuevos policías", se informó en fuentes oficiales, y la compra de nuevo equipamiento para las fuerzas de seguridad.
No en vano el presidente hizo referencia al combate contra la inseguridad en sus últimas apariciones públicas, como la del pasado lunes en la estación de Villa Rosa. Según se conoció ayer, la semana próxima el jefe de Estado anunciaría el mencionado programa, que también incluiría un refuerzo en este rubro en ciudades del interior aquejadas por el incremento del delito violento.
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