Leandro Guzmán le abrió las puertas de su casa a DIARIO POPULAR y contó cómo fue el peor momento de su vida, cuando estuvo a merced de dos delincuentes. "Pensé que me mataban de un tiro en la cabeza", confesó y luego, consideró: "Hoy en día salís a laburar y no sabés si volvés a tu casa. Prefiero agarrar una pala antes de volver a manejar un colectivo".

Tras sufrir un salvaje robo en el que dos delincuentes le amputaron media falange de un dedo, Leandro Guzmán, chofer de la Línea 324, rompió el silencio y confesó que prefiere “agarrar una pala antes de volver a subirse a un colectivo”, al tiempo que calificó a su oficio como “un trabajo de riesgo”, porque -consideró- “cuando salís a hacer un recorrido no sabés si volvés a tu casa”.

Hace poco más de 48 horas, Leandro vivió el momento más traumático de su vida en Florencio Varela. Fueron cerca de 10 minutos de terror en los que, además de quitarle el celular, la billetera, las zapatillas y un bolso con artículos de higiene personal, los ladrones le gatillaron varias veces en la cabeza y en una pierna, le pegaron trompadas en la cara y le amputaron parte del índice de la mano derecha con una herramienta que no llegó a identificar.

“Cuando encontraron que tenía 60 pesos en el bolsillo del jean, pensé que me iba a matar de un tiro en la cabeza. Yo me había olvidado que los tenía, me sobraron de un sandwich que me había comprado”, relató a este medio el joven de 27 años.

Rodeado de su familia, pasa las horas intentado distraerse y “no pensar”. Sin embargo, todo es muy reciente; los recuerdos aparecen en su mente “cada dos minutos”. “Estoy shockeado, pienso en el miedo que sentía en ese momento y me genera angustia. Anoche no pude dormir, lloraba como un bebé”, confesó con la voz entrecortada por el llanto.

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Oficio peligroso

El oficio del colectivero se tornó, según opinó Leandro, en “un trabajo de riesgo”. “Estamos expuestos a cualquier cosa ahí arriba. De noche, todo es peor. Te enfrentas a borrachos, drogadictos que quieren viajar gratis y, cuando no los llevas, te amenazan de todas las formas posibles”, sostuvo y, en el mismo sentido, remarcó: “Hoy en día, salís a laburar y no sabés si volvés a tu casa. Yo le agradezco a Dios porque me dio otra oportunidad, pero no quiero ser más chofer. Prefiero que me den una pala antes que volver a manejar un colectivo”.

El momento del horror

La secuencia previa al salvaje ataque contra Guzmán parece propia de una película de terror. "Eran las 1.40 de la madrugada, llegué a la terminal de la localidad de Bosques con siete pasajeros, abrí las puertas y, cuando observé por el retrovisor que bajó la última pasajera, apagué las luces y el cartel y arranqué", describió.

"Iba despació y escuché unos pasos que se aproximaban a mí. El corazón me latía a mil, miré para atrás y venían caminando dos sujetos. ´Ya está, perdiste, estás robado', me dijeron y, luego, me obligaron a manejar hasta una zona conocida como La Tosquera", agregó.

Lo que ocurrió luego fue el brutal ataque. "Cuando descubrieron que tenía 60 pesos en el bolsillo, pensaron que los quería engañar. Me pegaron piñas en la cabeza, me gatillaron varias veces. Mientras uno me golpeaba, el otro me estiró la mano y sentí un ´plack', pero no me di cuenta que me habían cortado un dedo", señaló.

Luego, añadió: "Intenté cubrime de los golpes y me salpiqué de sangre la cara. Me tapé la mano con la camisa. Cuando se bajaron del colectivo, intenté agarrar la palanca de cambio, pero no podía moverla. Me bajé yo también, pedí ayuda al conductor de un auto y me llevaron al hospital. Ahí me enteré que me habían arrancado la mitad del índice".

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